El país debe aprovechar a plenitud las oportunidades y los beneficios en lo nacional y en lo internacional
LOS SALVADOREÑOS DEBEMOS TOMAR PLENA Y COMPROMETIDA CONCIENCIA DE QUE NADA SE NOS DARÁ EN FORMA MECÁNICA, SINO QUE TODO TENEMOS QUE IR A CONSTRUIRLO EN EL TERRENO.
Por todos los signos y evidencias que se van presentando en el día a día de la realidad, nuestro país se encuentra hoy en un momento inusualmente propicio para entrar en verdadera ruta de progreso; pero en el entendido de que sepa identificar las líneas de acción que le permitan ir al encuentro de las oportunidades que se le ponen al alcance y de que sea capaz de procesar y administrar los beneficios que tales oportunidades traen consigo. En este escenario global al que por primera vez tenemos real acceso, los salvadoreños debemos tomar plena y comprometida conciencia de que nada se nos dará en forma mecánica, sino que todo tenemos que ir a construirlo en el terreno, que hoy es a la vez y más que nunca interno y externo.
Internamente, estamos en una coyuntura muy novedosa, con la política puesta a prueba por obra de la voluntad ciudadana, que está activando sus frustraciones acumuladas en función de la búsqueda de opciones de nuevo estilo, tanto en lo político como en lo económico y en lo social. Coincidentemente, nuestro proceso evolutivo presenta perspectivas sin precedentes en el ámbito internacional, de manera muy especial en lo que toca a los vínculos con el principal socio de siempre, que es Estados Unidos.
El Gobierno salvadoreño en funciones ha llegado abriendo brecha en muchos aspectos y sentidos, como son el cada vez más normal intercambio con el sector privado y el enfoque directo en temas álgidos como la inseguridad que viene causando tan graves estragos desde hace ya tanto tiempo. Todo lo anterior, en sus diversas manifestaciones y ramificaciones, nos pone ante una perspectiva que hay que potenciar al máximo, midiendo cada acción y cada reacción con un realismo que tienda a lograr metas que nos traigan verdaderos beneficios en forma articulada y permanente, que es lo que más necesitamos.
En tal sentido, el Gobierno estadounidense ya anunció que se dejará atrás el concepto de Triángulo Norte de Centroamérica para entrar de lleno en la creación de nuevos vínculos con cada uno de nuestros países, que si bien tienen mucho en común encarnan también realidades nacionales muy diferentes. De la Alianza para la Prosperidad, que dejó muy pocos resultados, se pasará a un criterio individualizador, que privilegie los tratamientos específicos país por país. La intención expresa es pasar de lo propagandístico a lo orgánico, en función de un mejor futuro. Y desde luego, aunque para Estados Unidos eso pueda ser lo más importante, no se trata sólo de ponerle frenos a la migración indocumentada, sino de mover decididamente nuestro desarrollo interno, que es lo más decisivo para nosotros. Esperamos que esto cobre fuerza de aquí en adelante.
En lo que toca al desempeño institucional interno, corresponde a todas las fuerzas nacionales, y por supuesto en primer lugar a las autoridades superiores en el ámbito gubernamental, el superar cuanto antes todas las retrancas artificiosas que viene acarreando la política tradicional, en detrimento del progreso y del desarrollo. Necesitamos funcionar como país, es decir, como unidad de destino nacional; y para que eso se dé es indispensable superar de manera sistemática la tendencia al choque de fuerzas para entrar al área de los sanos entendimientos.
Como reiteramos cada vez que las circunstancias lo demandan, lo que esperamos con entera convicción es que nuestro país deje atrás las turbulencias postradoras de todo tipo, y entre de una vez por todas en la vía de la plena normalidad.
Esa es una aspiración que se debe ir convirtiendo día a día en propósito compartido y actuante, para hacer que todas las energías nacionales converjan hacia un gran objetivo común: sacar al país adelante con efectiva seguridad y auténtica prosperidad.