Christopher Reeve, EL HÉROE ETERNO
Superhéroe en la gran pantalla y en la vida real, el legado de Christopher Reeve, el más célebre Clark Kent, va mucho más allá de las hazañas que protagonizó como el “hombre de acero”: el hombre que nos hizo creer que podíamos volar fue también todo un ejemplo de lucha y solidaridad especialmente tras sufrir el accidente que cambió su vida.
Tras su salto a la fama, el actor destacó por su compromiso con numerosas causas sociales, y desde su accidente, en 1995, presidió la Fundación Christopher Reeve para la Parálisis (ahora, Christopher y Dana Reeve), organismo donde puso todo su esfuerzo en la investigación médica y la mejora de la calidad de vida de personas con parálisis.
Reeve consiguió ser una de las voces más respetadas en la campaña por la investigación con células madre y logró recaudar a través de su fundación cerca de $142 millones para el desarrollo de tratamientos para curar lesiones medulares de la espina dorsal.
“Queremos encontrar una cura, solía decir.
Activista de Unicef, Amnistía Internacional, del ecologismo y colaborador con los Juegos Paralímpicos, Reeve también puso en marcha, junto a Susan Sarandon y Alec Baldwin, la Coalición así que hagámoslo”, Creativa, desde la que ayudaban a personas sin hogar.
EL MEJOR SUPERMAN
Christopher D’olier Reeve nació el 25 de septiembre de 1952 en Nueva York, hijo de la periodista Barbara Johnson y del escritor F. D. Reeve. Tras el divorcio de sus papás, cuando tenía cuatro años, se trasladó junto a su madre y su hermano Benjamin a Princeton, Nueva Jersey.
Reeve comenzó su carrera al mismo tiempo que estudiaba en la Universidad de Cornell, donde en 1974 fue elegido antes de concluir sus estudios, junto a Robin Williams, para estudiar arte dramático en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York.
“A Matter of Gravity”, en la que coincidió con Katharine Hepburn, fue el debut de Reeve en Broadway en 1976, tras lo que participó en varias obras con las que no consiguió sus objetivos económicos, queriendo abandonar la actuación.
Pero entonces llegó el casting para interpretar a Superman, el superhéroe de DC Comics y Christopher Reeve pasó de ser un actor desconocido a la fama mundial gracias a su papel en “Superman” la primera entrega de la saga que protagonizó, que se estrenó en diciembre de 1978 y fue un auténtico fenómeno: contó con el presupuesto más caro para la producción de un filme hasta aquel momento ($55 millones). Con $300 millones de recaudación fue el segundo estreno más exitoso de aquel año, sólo superado por “Grease”.
La película recibió tres nominaciones a los Óscar y marcó escuela en cuanto a efectos especiales y en la ciencia-ficción, abriendo la puerta a las sagas de superhéroes que vendrían después.
Reeve volvió a interpretar al superhéroe en “Superman II” (1980), “Superman III” (1983) y “Superman IV” (1987), dejando para el recuerdo la que aún hoy es considerada la mejor versión del célebre personaje.