La Prensa Grafica

"Llevamos un mes sin dormir"

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¿ Y quién podría conciliar el sueño viviendo a la par de una cárcava, sintiendo como tiembla el suelo con cada deslizamie­nto de tierra? Las psicólogas atendiendo a los albergados en la Santa Lucía hablan de cuadros neuróticos. Las familias afectadas hablan de crisis económica, de no hallar otro lugar donde vivir.

Cuando Mariela dice “Llevamos un mes de que no hemos dormido bien” no exagera. A 12 casas de la suya hay una cárcava, que ya se comió una treceava vivienda; y cada vez que hay un desplome de tierra su casa tiembla. Lleva temblando más de un mes, desde que arreciaron las tormentas, como suele suceder en septiembre, considerad­o el mes más lluvioso del año, pero esa cárcava no es nueva.

Hasta donde le permiten hacer memoria sus 17 años, Mariela recuerda que la cárcava se formó por primera vez en el año 2008 y, aunque le hicieron algunos remiendos, ha venido deteriorán­dose con cada estación lluviosa.

Cuenta que la junta directiva de su colonia comenzó a buscar ayuda desde 2015 para solucionar el problema, pero durante cuatro años no se les abrió ninguna puerta. La situación empeoró aún más desde el último sismo de gran magnitud en mayo pasado. Pero la gota que vino a derramar el vaso es la baja presión que mantuvo sometido al país bajo intensas y continuas lluvias durante casi 48 horas, desde el domingo pasado.

“La evacuación es lo más fuerte que hemos vivido, porque hay vecinos que tienen familia cerca, pero nosotros no”, cuenta, mientras está de pie bajo el marco de la puerta de una de las aulas del centro escolar John F. Kennedy.

Esa aula en esa escuela es el espacio que ahora comparte junto a sus padres, su hermano y una tía materna. Situada a medio kilómetro de la que hasta el lunes pasado era su casa, es por hoy su hogar. Las autoridade­s la han habilitado como albergue, más que temporal, por tiempo indefinido, porque hay familias, como la de ella, que no han encontrado otra casa donde poder vivir.

Su madre detalla que llevan ya 18 años pagando una cuota de $125 mensuales al Fondo Social para la Vivienda (FSV). Esa cantidad es el presupuest­o disponible para alquilar otra vivienda. “Pero la gente se aprovecha. Algunos están pidiendo $400 o $450, pero uno no tiene ni para una de $200. Así le digo: no hemos dormido nada; hemos pasado noches de angustia sin poder dormir”, dice la señora.

Los cuadros de los albergados en el referido centro escolar son de llanto, angustia, crisis de ansiedad, estrés post-traumático, trastornos del sueño. Para Dalia Carolina Sánchez, una de las dos psicólogas que han llegado al lugar a brindar atención en salud mental, por parte de la unidad local del Ministerio de Salud (MINSAL), ve el mayor problema

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