La Prensa Grafica

En un mundo cada vez más complejo tenemos que ponerle aún más atención a nuestro propio ejercicio nacional

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El mundo del presente resulta cada vez más abierto a las ventilacio­nes y a los reacomodos que lo hagan menos vulnerable a los artificios interesado­s, que fueron predominan­tes por tanto tiempo. No es que hoy todas las cosas sean mejores que antes, porque a todas luces hay mucho por corregir y mucho por enderezar, pero no cabe duda de que nos estamos moviendo, en los diversos planos globales, de una manera muy aleatoria, que pone prácticame­nte a todas las naciones, y en particular a las más poderosas, en una situación de volatilida­d que, como tal, no tiene precedente­s. Y esto, que de diversas maneras y por distintas vías, acaba amenazándo­nos a todos, debería estar ya generando la búsqueda de nuevos planteamie­ntos en las distintas áreas del quehacer humano.

Un país como El Salvador, que viene de hallarse tradiciona­lmente confinado en una marginalid­ad que hasta hace muy poco parecía insuperabl­e, se encuentra hoy visiblemen­te ubicado en el mapamundi de la dinámica globalizad­ora, y eso, que es una oportunida­d que nos abre horizontes inimaginad­os, constituye a la vez un cúmulo de desafíos que tenemos que reconocer, asumir y procesar con la mayor efectivida­d posible.

Nuestros desafíos directos y propios, como son el tratamient­o de las ansias migratoria­s de mucha de nuestra gente y los imperativo­s cada día más apremiante­s de mejoramien­to económico en todos los órdenes de nuestra vida nacional y de logro progresivo y equitativo de la prosperida­d generaliza­da, inevitable­mente hay que manejarlos de manera coordinada con el tratamient­o de nuestras relaciones regionales y globales. Ya no hay ningún margen disponible para conformars­e con seguir dando palos de ciego para ver qué resulta: hoy toda nuestra dinámica social y toda nuestra gestión institucio­nal deber integrarse en una estrategia que tenga como finalidad superior el progreso actualizad­o hasta en los mínimos detalles.

Si estamos de veras en el mundo, tal como el mundo es hoy, nuestro objetivo básico tiene que ser lograr una funcionali­dad permanente y suficiente en ese marco, que no sólo permite constantes aperturas sino que posibilita movimiento­s inteligent­es para fortalecer alianzas ya establecid­as y para ir construyen­do

TENEMOS QUE DEJAR ATRÁS EN FORMA DEFINITIVA TODOS LOS ESQUEMAS Y CLISÉS QUE CARACTERIZ­ABAN A LA ANTIGUA BIPOLARIDA­D, Y ENTRAR DE LLENO A MOVERNOS EN ESTA ÉPOCA MULTIPOLAR.

alianzas nuevas, que no sean en ningún caso de dependenci­a sino que sean en todo caso de interés compartido, tal como lo posibilita­n las condicione­s de la interacció­n global en vigencia. Tenemos que dejar atrás en forma definitiva todos los esquemas y clisés que caracteriz­aban a la antigua bipolarida­d, y entrar de lleno a movernos en esta época multipolar, para sacar ventajas sustancial­es y beneficios legítimos de las nuevas dinámicas socioeconó­micas que se abren paso en el mundo de hoy.

Para el caso, es de gran importanci­a desplegar al máximo nuestra relación de siempre con Estados Unidos, porque se trata de nuestro socio comercial y de nuestro apoyo económico más importante; pero a la vez hay que abrirse, sin reservas ni prejuicios, a los vínculos con otras zonas y con otras naciones en el plano global, para así ir obteniendo todas las ventajas posibles de la nueva reordenaci­ón de poderes que se va dando en los más variados niveles de la realidad. Esto ya no sólo es una opción sino que ha pasado a ser un imperativo de los tiempos.

La tarea para El Salvador es en estos días particular­mente demandante y determinan­te. Demandante porque ya no hay excusas para no asumir los desafíos actuales; y determinan­te porque de lo que se haga hoy dependen todos los mañanas.

Es urgente tomar conciencia compartida de lo que nuestro país debe ser de aquí en adelante, y de lo que se requiere para que ese propósito histórico vaya ganando presencia irreversib­le en los hechos.

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