NO SOLO EL INTERÉS POR MÍ
Desde hace muchos años se han desarrollado investigaciones sobre la capacidad empática en los niños, que en su desarrollo desde el punto de vista neurológico, están en condiciones de aprenderla entorno a los tres y cuatro años de edad, pero justamente, hay que aprenderla y por tanto, ser enseñada.
Pero ¿qué significa la empatía?, es la habilidad que tengamos de ponernos en el lugar del
otro, en ese sentido, la compasión y la comprensión son habilidades muy importantes que los niños deben adquirir.
Es conocido que en la niñez, los aprendizajes y experiencias en esta etapa nos definen en gran medida en la adultez, de modo que el propio argumento nos llama como padres a reflexionar continuamente sobre lo que transmitimos a nuestros niños; cabe preguntarse entonces si fomentamos individualismos o no, enfocándonos demasiado en la felicidad y logros propios de nuestros hijos por sobre el interés y preocupación en los demás, en otras palabras, ¿nos sentimos más orgullosos por sus buenas calificaciones, que por comportamientos que los definan como alguien que se preocupa por sus compañeros y su entorno?; la empatía es una de las habilidades sociales más importantes, habilidades que son para la vida porque también enseñamos a que sean comprensivos, respetuosos, incluso contribuiremos a que sean mejores ciudadanos.
Los niños necesitan de adultos que les enseñen a ser respetuosos, cariñosos y responsables con su entorno, pero para que esto se produzca, los niños deben saber de sus padres que el interés por los demás es también una parte importante en la vida.
Siempre he dicho que las mejores formas de aprender son a través de la instrucción, el ejemplo y la experiencia, en ese sentido, es muy positivo que el niño experimente simplemente ayuda a los demás, esto contribuirá a desarrollar capacidades sociales importantes que no solo le servirán actualmente, sino además, en su vida adulta. Entablar diálogos con premisas como ¿qué hizo alguien por ti hoy? y ¿qué agradable hiciste tú por alguien? ayudará en el cometido.
Preocuparme por los demás no significa despreocuparme por mí, sino, equilibrar mis necesidades con las de los demás.