Salvador Íñiguez, la palabra, los prostíbulos
En una calle de Guadalajara, México, Salvador Íñiguez escuchó ofertas de mujeres dedicadas a la prostitución, pero él les dio algo mejor.
Se sale el papel que me había dado, lo abro y veo su nombre, decía Tiberio Munari, sacerdote xaveriano y daba la dirección del lugar. Dije: ‘a mí me suena este nombre’; pues sí, lo conocía yo, era el nombre del sacerdote que escribió el libro, el que mi abuelita me ponía de niño a leerle de Medjugorje”. Esta declaración, después de muchos años de rechazo al catolicismo fue el punto de partida para que Salvador Íñiguez, actualmente, predicador católico de origen mexicano iniciara la misión que la Virgen Reina de la paz de Medjugorje le iba a encomendar: hacer su apostolado en personas que viven de la prostitución, para darles el mensaje que son hijos de Dios, que les ama y que valen la sangre que Jesucristo derramó en la cruz para perdón de sus pecados. También les regala estampas de la Virgen Reina de la paz, un Rosario y hace oración por ellos.
El inicio de esta nota, es el comienzo de un proceso de conversión que Íñiguez hoy a manera de testimonio comparte con las audiencias que acuden a escucharlo, para que conozcan cómo Dios transformó su vida, y cómo la Madre, la Virgen Reina de la paz de Medjugorje ha hecho la obra para que su apostolado María Reina de la paz “Dame tu corazón herido” aparte de México, esté también en Ecuador, España y El Salvador.
TESTIMONIO
Nuevamente, Salvador Íñiguez se encuentra visitando El Salvador, y esta vez, coincidiendo con un año de servicio del apostolado en el país, trae su testimonio de conversión, de cómo conoció al padre Tiberio Munari, sacerdote que escribió el primer libro sobre las apariciones de la Virgen Reina de la paz en Medjugorje y que le dejó claro la misión que la Virgen le iba a encomendar.
“Me dijo (refiriéndose al padre Munari) júntate con la Virgen María, júntate con la Reina de la paz, porque cuando ella inicia una obra nadie la puede detener. Su Hijo no la puede detener porque es su Madre, el Espíritu Santo tampoco, es su esposa; Dios Padre tampoco, porque es su Hija predilecta. Júntate con la Virgen María porque en este tiempo el demonio anda suelto, pero la Virgen anda desatada, fueron sus palabras”, recuerda Íñiguez.
Íñiguez quería ser sacerdote, pero cuando lo expulsaron del seminario, esto le cambió su vida y se alejó totalmente de la Iglesia, de los sacramentos, se volvió materialista y amargado; pero tocar un Rosario que no sabe Salvador por qué lo guardó le hizo tener una visión, la cual le llevó a los pies de una imagen de la Reina de la paz y al padre Tiberio Munari para hacer vida el evangelio; esto y más compartirá Salvador Íñiguez el 29 de noviembre, a las 6:30 p.m. en el local del Comité de Proyección Social.
“Mi visita es con el fin de venir a apoyar a mis hermanos salvadoreños con el apostolado en el Centro Mir, donde se ha enfocado la obra en ayudar a personas indigentes, a enseñarles el oficio de la carpintería”, indica Íñiguez, quien el próximo año espera regresar con un libro de su autoría, el cual ya está en proceso de impresión en México.
“Dios es tan misericordioso que da dones y carismas a su Iglesia para ayudar a su pueblo. Lo que siguió de toda esta historia, para mí es lo más hermoso, porque yo digo: este sacerdote abrió el cielo para mí”.
SALVADOR ÍÑIGUEZ,
PREDICADOR CATÓLICO.
“El padre (Tiberio Munari) me dijo que cuando la Virgen inicia una obra nadie la detiene y nadie la ha detenido; tanto así que el primer apostolado fuera de mi país se abre en Ecuador, el segundo en España y el tercero aquí en El Salvador”.
SALVADOR ÍÑIGUEZ,
PREDICADOR CATÓLICO.