Hay que posicionar a nuestro país como destino turístico de primer nivel para aprovechar nuestras ventajas comparativas
Los salvadoreños tenemos, y hemos tenido siempre, con las peculiaridades de cada momento histórico, muchas limitaciones en nuestro desempeño y a la vez muchas oportunidades a nuestro favor. Y lo que dichosamente caracteriza este preciso momento en el que hoy estamos es que la globalización ha traído y continúa trayendo aperturas que hasta hace muy poco hubieran sido inimaginables, y que hacen que las limitaciones se hagan menos determinantes y que las oportunidades vayan ganando mayores espacios. Esto favorece, en primer término, a países como el nuestro, que hemos pasado del anonimato marginador aparentemente sin rescate a las expectativas abiertas en un mundo que se ha vuelto cada vez más transversal en los más variados órdenes, y que por eso ofrece accesos en todas las direcciones y en todos los sentidos.
En lo que toca a la atracción de extranjeros y de nacionales que quieran venir a vivenciar y a gozar nuestras condiciones geográficas, naturales, ambientales y de acogimiento personal, hasta la fecha se ha hecho muy poco para lograr que dichas condiciones funcionen como un imán verdaderamente excepcional, que es lo que corresponde. Contamos con una ubicación privilegiada en el mapa, en una accesibilidad que es en sí un auténtico privilegio. Además, nuestras ventajas naturales son de gran atractivo por su variedad y su belleza en muchos sentidos incomparables. Además, el clima se presta para gozar del ambiente en todas las épocas del año y la forma de ser de nuestra gente es acogedora por naturaleza, haciendo de la presencia aquí un constante ejercicio de estimulante convivencia. Es cierto que hay problemas de seguridad de larga data y muy publicitados, pero es factible siempre cuidar las estadías y ordenar los desplazamientos.
Nuestro territorio es de escasas dimensiones, pero dentro de él hay la más variada gama de ofertas de distracción y de esparcimiento. Desde montañas espléndidas y volcanes imponentes hasta ciudades y pueblos de personalidad muy propia, y playas de maravilloso ambiente así como actividades culturales, históricas y folklóricas de gran originalidad y colorido: nuestro país es un mosaico accesible y lleno de sitios perfectamente adecuados para el
COMO PASA EN LOS MÁS DIVERSOS ÁMBITOS DE NUESTRA REALIDAD, AQUÍ HAY QUE APOSTARLE A LO GRANDE, CON EL REALISMO VISIONARIO QUE NUNCA DEBE FALTAR.
esparcimiento y para la inspiración. Todo eso es lo que hay que convertir en un programa promocional de amplios alcances.
Alienta constatar que dentro de las nuevas prioridades gubernamentales hay proyectos que pueden dar un giro muy constructivo en la forma de ver y de procesar nuestras posibilidades de progreso en el terreno. El caso de la Surf-city ilustra muy bien al respecto, ya en ese campo podemos estar en la delantera de todos nuestros entornos. Y otro proyecto como es el del ferrocarril que cruce nuestra costa vendría a darle vida de nuevo a un esquema de comunicación territorial que desgraciadamente fue desactivado por intereses mezquinos e inescrupulosos, y que ahora puede adquirir nuevas perspectivas. En esa misma línea se ubica la factibilidad de construir un aeropuerto en La Unión, lo cual habría que decidirlo conforme a los estudios de desarrollo de la zona.
El Salvador es un país ideal para emerger como destino turístico de primer nivel dentro de los requerimientos más novedosos de toda esta temática en los tiempos actuales. Pero para que eso pueda tomar cuerpo en el terreno resulta ineludible que se preparen al máximo las condiciones que estimulen la atracción y produzcan las satisfacciones esperadas.
Como pasa en los más diversos ámbitos de nuestra realidad, aquí hay que apostarle a lo grande, con el realismo visionario que nunca debe faltar. Salgamos de todas nuestras limitaciones perceptivas para entrarle de lleno a la tarea del desarrollo.