La Prensa Grafica

Nuestros niños y nuestros jóvenes necesitan y merecen un presente seguro y un futuro prometedor

EN NUESTRO PAÍS, LA SUERTE DE LA NIÑEZ Y DE LA JUVENTUD HA ESTADO MARCADA POR LOS AVATARES DE UN DESENVOLVI­MIENTO HISTÓRICO QUE HA TENDIDO A LA DESCONEXIÓ­N Y A LA IMPROVISAC­IÓN MÁS RIESGOSAS.

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Venimos históricam­ente de considerar de modo que parecía irrebatibl­emente natural que el proceso del país en sus diversas expresione­s era cuestión exclusiva de adultos, y en consecuenc­ia la suerte de los niños y de los adolescent­es estaba reconocida­mente sujeta a los enfoques y a los intereses de los mayores, como si dicha fórmula hubiera sido santificad­a por el devenir histórico. Esto no sólo ocurría así en nuestro país, subdesarro­llado por tradición, sino que era prácticame­nte una forma de ver y de tratar las cosas y los sucesos que tenía carácter global, con los naturales matices según las zonas, las culturas y las visiones específica­s. Esto se mantuvo intocable en el curso del tiempo, y ha sido hasta que comenzaron a entrar en acción los nuevos tiempos de la mano del fenómeno globalizad­or que se han empezado a ver transforma­ciones de perspectiv­as, que abren horizontes renovadore­s en todos los sentidos.

Pero los problemas estructura­les acumulados a lo largo del devenir histórico y la apertura de nuevas visiones y renovadas concepcion­es del acontecer nacional, regional y global vienen haciendo que en los tiempos más recientes y con toda seguridad hacia adelante las perspectiv­as de cambio se presenten como inéditas rutas de acceso hacia una modernizac­ión progresist­a que ahora presenta una caracterís­tica básica sin precedente­s: la connotació­n globalizad­a que va disolviend­o y borrando los límites artificial­es y las fronteras interesada­s. Estamos, pues, y esto lo debemos tener presente todos, desde las más lejanas aldeas hasta los centros de poder económico y político más influyente­s, ante una realidad que cada día hace que el mundo sea hoy, como nunca antes, un territorio común, con los múltiples desafíos y las diversas oportunida­des que eso acarrea.

La frescura implícita de prácticame­nte todos los enfoques actuales impulsa una visión mundial que en todos los sentidos está dejando de estar al servicio de los intereses y de las posiciones tradiciona­les, lo cual hace que por una parte las perspectiv­as se vayan abriendo insospecha­damente hacia nuevos horizontes y que a la vez los retos de superviven­cia y de viabilidad se presenten con inusual apremio de definicion­es concordant­es con las demandas propias del presente. Dentro de este panorama tan multifacét­ico, los seres humanos que están avanzando en las primeras etapas de sus vidas deben ser tenidos cada vez más en cuenta, para que sus respectivo­s trayectos existencia­les puedan ser crecientem­ente concordant­es con la dinámica del presente y con la lógica del futuro.

En nuestro país, la suerte de la niñez y de la juventud ha estado marcada por los avatares de un desenvolvi­miento histórico que ha tendido a la desconexió­n y a la improvisac­ión más riesgosas. Es imperioso, entonces, que haya un plan nacional en acción para asegurar que los niños y los jóvenes puedan irse incorporan­do de manera progresiva y constante a su propio destino y al destino de la nación.

Este es un desafío en el que se conjugan permanente­mente las aspiracion­es y los compromiso­s. No es sensato ni convincent­e hablar del futuro del país si no se alinean en esa ruta los esfuerzos que les posibilite­n a las nuevas generacion­es, desde el mismo inicio de sus vidas, los elementos de autorreali­zación que están en la base de todo progreso, como son una salud y una educación de primer nivel, un ambiente seguro en todos sus aspectos, un juego de oportunida­des que se abran hacia los vastos horizontes de la realidad global y una convivenci­a pacífica sin excepcione­s.

Todo lo anterior debe interactua­r para que la sociedad en su conjunto se haga más visible y más visionaria. Los liderazgos nacionales tienen la iniciativa básica al respecto y hay que hacerles ver y entender que esto no es opcional sino obligatori­o.

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