Hay que tomar en debida cuenta las apreciaciones y las recomendaciones de los entes internacionales
Los procesos nacionales, en cualquier latitud y condición en que se vayan produciendo, ya son parte inescapable del fenómeno evolutivo que se mueve sin cesar. La antigua dispersión tan característica de los tiempos pasados le va dando paso a una tendencia comunicativa e integradora que se distancia en forma evidente de las formaciones y las deformaciones que imponía el poder en el esquema de relaciones entre zonas y entre países. No quiere decir que la realidad nacional e internacional se esté uniformando artificiosamente de otra manera, sino que hoy todos los impulsos y tendencias apuntan hacia nuevas formas de interrelación, que responden de manera progresiva a una noción de progreso que ya no admite los encasillamientos que fueron tan comunes por tradición. Así las cosas, tienen también que surgir novedades en la forma de conectarse con el mundo, tanto en las naciones más poderosas como en los países de menor desarrollo.
Todo lo anterior, que es efecto de una atmósfera generalizada en la que se van disolviendo barreras a la intercomunicación y movilizando criterios para superar prejuicios de superioridad ficticia, es para un país como el nuestro una especie de hoja de ruta en terrenos que hasta hace muy poco nos estaban vedados por las circunstancias. Y tal percepción no es producto de opiniones aisladas, sino resultado del recambio de actitudes y de la renovación de perspectivas que nos están trayendo los nuevos tiempos, lo cual nos pone en el ojo de los observadores y tomadores de decisiones en el ámbito internacional.
La recién pasada visita de una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) a El Salvador ha puesto una vez más de relieve que nuestro caso nacional despierta no sólo interés sino también expectativas, en especial por lo que la experiencia salvadoreña está significando con más amplitud que nunca. El FMI ha manifestado explícitamente su satisfacción por las decisiones gubernamentales de nuestro país en materia de inversión y en los temas de seguridad. A la vez recomienda que se active el reajuste presupuestario hacia el inmediato futuro, para darle cumplimiento a la Ley de Responsabilidad Fiscal, que es un instrumento básico para la
ESTA ES ÉPOCA DE APERTURA INEVITABLE A LAS INNOVACIONES PROGRESISTAS, Y TENER ESO A NUESTRO ALCANCE ES UN REGALO DE LA EVOLUCIÓN.
estabilidad nacional en todos los sentidos. Y cuando dicho Organismo internacional insiste en aplicar la disciplina y el orden como factores de viabilidad continuada en el tiempo nos está recordando que ya dejamos de ser una pieza invisible para pasar a desempeñar un rol ejemplarizante.
Dentro del país, y muy específicamente en el entramado de las instituciones públicas más representativas, va creciendo el imperativo de organizar toda la dinámica nacional, y en particular la dinámica institucional, en clave de integración que no deje ninguna fuerza a la deriva ni ningún cabo suelto en la estrategia de desarrollo. Esto la realidad misma lo va reiterando a cada instante, por todas las vías que tiene a su alcance, y aunque los oídos sordos siguen existiendo, la desatención al respecto ya tiene muy pocas formas de autoescape.
Dejemos, pues, de poner excusas infundadas para no comprometernos con el progreso inteligente; y dejemos también de querer mantener en vigencia las respuestas mecánicas frente a las demandas del fenómeno real, que nos envuelven a cada instante para que salgamos definitivamente de los marasmos de la conducta nacional aprendida. Esta es época de apertura inevitable a las innovaciones progresistas, y tener eso a nuestro alcance es un regalo de la evolución.
Vamos al encuentro del mundo y de sus infinitas posibilidades. Los salvadoreños hemos caído en redes de ineficiencia, pero no hemos perdido nuestra valentía como pueblo que se mide con las adversidades. Demos prueba de ello ahora como nunca.