La agonía que vive Juana tras ser violada por un taxista
El relato de Juana (nombre cambiado) estremece a cualquiera. Ella no quiere su cuerpo, lo rechaza, se siente sucia y destrozada. La joven fue violada por un taxista, en San Miguel.
Juana tiene 23 años y después de varios meses, aún no tiene el valor de interponer la denuncia contra su violador en la Policía Nacional Civil (PNC) o la Fiscalía General de la República (FGR), ya que manifiesta sentir vergüenza y mucho temor de que este hombre le quite la vida. “Siento impotencia, siento que no valgo nada, que no quiero ver a los hombres, me dan asco. Fue una agonía horrible que no le deseo a nadie”, afirma con rabia.
La joven laboraba en un salón de belleza y es estudiante de licenciatura en mercadeo en una universidad migueleña. Juana recuerda la mañana del 23 de agosto pasado cuando salió de su vivienda hacia la universidad, y en su desesperación porque iba tarde, abordo un taxi, sin imaginarse que el motorista iba a abusar de ella.
“Siempre prefiero andar en bus o caminar, pero ya iba tarde y abordé el taxi. Cuando íbamos en marcha vi que el motorista subió las ventanas y puso el aire acondicionado. Luego puso llave a las puertas (del carro), me empezó a dar miedo porque mucho me veía por el retrovisor”, recordó Juana
La joven afirma que cuando el conductor se desvió del camino, ella le preguntó que para donde iba. “Le dije que ahí me iba a bajar, que parara. Él me mostró un arma (de fuego) y me dijo que me callara o que me iba a dar dos plomazos. Me puse fría y comencé a sudar helado, yo no podía moverme porque tenía miedo que me dispara", expresó.
Juana intentó llamar por celular al Sistema de Emergencia 911 de la Policía, pero el sujeto se dio cuenta, por lo que se estacionó detrás de un centro comercial de San Miguel, le pegó en el rostro y le quitó el teléfono.
“Cuando se estacionó quise salirme del carro, me temblaba todo y no pude abrir la puerta. Me llevó a un lugar solo, se comenzó a quitar el cincho y me lo puso en el cuello, antes, me había amarrado las manos con una pita y en la boca me metió un calzoncillo", manifestó Juana.
Dijo que mientras abusaba sexualmente de ella, la insultaba y la amenazaba de muerte. “Gracias a Dios no me mató, pero me dijo que si lo denunciaba que iba a encargarse de mí y de mis papás.
Creo que él ya me tenía vigilada”, agregó Juana.
La joven aseguró nunca haberlo visto antes, tampoco recuerda si el taxi era pirata, y sostuvo que sólo su hermana mayor y una amiga saben lo que le ocurrió ese 23 de agosto. Después de violarla y despojarla de sus pertenencias, el taxista le dijo que la llevaría a sus clases y que actuara normal, y que si se daba cuenta que andaba mal, que la iba a matar.
“Me dejó moretes, moretes que tuve que ocultar y decir que me había caído, mis papás se preocuparon, pero terminaron creyendo. Han sido los peores meses de mi vida. Me salí de trabajar porque no puedo más”, expresó la joven.
Este año la delegación policial de San Miguel ha registrado 139 casos de violaciones sexuales, lo que representa un incremento respecto a 2018, cuando totalizaron 115. Las violaciones sexuales en menores y niños engrosan la lista negra en las denuncias que contemplan los libros de la Policía de San Miguel.
Los datos no reflejan la gravedad del problema, ya que muchos hechos no son denunciados, como en el caso de Juana. La PNC afirma que lucha por reducir estos índices, ya que en 2018 hubo 37 detenciones, en su mayoría familiares de las víctimas, y durante este año se ha capturado a 45.
“Gracias a Dios no me mató, pero me dijo que si lo denunciaba iba a encargarse de mí y de mis papás. Creo ya me tenía vigilada”. JUANA,