“Sobran razones para vivir”
Ismael Orellana perdió sus manos y pies durante un accidente con cables del tendido eléctrico, pero se recuperó y ha salido adelante.
Ismael Orellana es un hombre trabajador y ejemplo de superación. Reside junto a su familia en la calle que conduce hacia el municipio de San Dionisio, en Usulután, donde también atiende un taller de bicicletas. En el 2003, a la edad de 21 años, su vida sufrió un cambio totalmente radical luego de un accidente que le causó la amputación de sus manos y pies. Ismael recuerda que el domingo 5 de agosto de 2001 al mediodía su vida cambió para siempre, ya que cuando intentó sintonizar el canal seis en su televisión, movió la antena e inmediatamente supervisó la señal, la cual fallaba, hizo dos veces los mismo, y en la tercera ocasión el alambre que sostenía la antena se desprendió haciendo contactos con cables del tendido eléctrico, mientras Ismael seguía sosteniendo la antena. Se electrocutó.
Recuerda que fueron momentos de angustia y que sentía las descargas de electricidad y le pedía a Dios no morirse. Su madre quien vive cerca de donde sucedió el incidente, se percató de lo sucedido y corrió a tratar de ayudarlo, cuando llegó lo auxilio y en ese momento Ismael escuchó la explosión del transformador de energía, desprendiéndose hasta ese momento de la antena, sufriendo daños incurables en sus manos y pies.
Estuvo internado por aproximadamente dos meses, según manifiesta. Ismael cuenta que era necesario someterse a cirugías, pero por la pérdida de sangre no podían realizarle la amputación de sus cuatro extremidades.
“Quería morirme, quería morirme porque sentía que iba a ser una carga para mi familia. Le pedí a Dios que me diera una señal para yo querer vivir, y al fin llegó”, comenta Ismael, reviviendo los momentos dolorosos de ese día. Una noche, a la par de la camilla donde estaba ingresado, internaron a un sacerdote quien al entablar una conversación le preguntó si tenía silla de ruedas propia e Ismael contestó que no. “A las 7 am del día siguiente el sacerdote me tenía mi propia silla de ruedas, ya que ellos tenían una para donar en su parroquia. Esa era la luz que esperaba, la señal que le pedí a Dios”, recordó Orellana. Desde ese preciso momento su forma de pensar cambió drásticamente.
Aprendió a caminar con prótesis y con ayuda de su familia abrió un taller de reparación de bicicletas que la he permitido sacar adelante a su familia, con carencias, pero confiados en que los alimentos no les faltan.
Con el pasar de los años su taller se ha vuelto reconocido y tiene clientes de todo el municipio.
EJEMPLO ISMAEL ORELLANA A SUS 40 AÑOS SIGUE ATENDIENDO SU TALLER DE BICICLETAS, BUSCANDO DE ÉSTA MANERA OBTENER EL SUSTENTO DIARIO PARA SU FAMILIA, Y MUESTRA DÍA CON DÍA QUE A PESAR DE LAS ADVERSIDADES, LAS PERSONAS NO DEBEN DARSE POR VENCIDOS.