Viabilizar el acceso al trabajo legal es una forma muy positiva de ir desmotivando la migración indocumentada
Los fenómenos humanos se van manifestando siempre con una lógica que responde, en gran medida, a factores muy concretos que operan en las respectivas realidades que se presentan en el curso del tiempo. En tal sentido, no es posible ni mucho menos sensato intentar el control de dichos fenómenos de una manera arbitraria y artificiosa, porque entonces las cosas en vez de irse resolviendo se complican cada día más. Ejemplo dramático de ello es lo que viene ocurriendo con la migración masiva desde nuestros países, y específicamente los del llamado Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) hacia Estados Unidos. Múltiples condiciones y necesidades impulsan dicha migración, y al no haber mecanismos migratorios legales a disposición, lo que se dispara en corriente imparable es la inmigración indocumentada.
En estos momentos, se está dándole impulso a un mecanismo que, de entrada, es muy prometedor para que nuestra gente encuentre vías de sano acceso a sus aspiraciones de mejoramiento: el programa de visas para trabajadores temporales en Estados Unidos, con el beneplácito de ambos Gobiernos. Por ahora se autorizarán otras 1,000 visas para ir a trabajar en labores agrícolas, con el anuncio de un aumento progresivo de oportunidades laborales; y, como dijo el Presidente del país en el acto de suscripción del memorando de entendimiento, esta es una iniciativa que tiene un potencial ilimitado, y que “demuestra que con nuestro principal socio se pueden construir soluciones”.
Desde luego, un mecanismo como el que comentamos no es la solución para una temática tan compleja como la que está en juego; y, por consiguiente, se vuelve indispensable estructurar toda una política interactuante en los planos nacionales e internacionales con el propósito explícito de integrar los intereses de nuestros países con los de la gran Nación del Norte. Es decir, enlazar las dinámicas de los países de origen con la del país de destino. No olvidemos que el fenómeno migratorio ha estado presente siempre en todas las latitudes, y que eso le da una dimensión propia contra la que no pueden las supuestas soluciones de fuerza, por implacables que pretendan ser.
Ahora hay que calibrar en los hechos la continuidad de este esfuerzo para que en verdad se convierta en una satisfactoria válvula de escape para las ansias de superación de gran cantidad de nuestros compatriotas en sintonía con las necesidades de aporte laboral que están presentes en las distintas áreas del ámbito productivo estadounidense. Contar con trabajos temporales no satisfará todos los anhelos de los connacionales que se proponen construir una vida mejor para ellos y para sus familias, pero sí puede ser una apertura hacia las oportunidades que abren nuevos horizontes de vida. Aparte de ello, es un buen inicio en la ruta de la cooperación verdaderamente humanizada.
Al respecto, el Embajador estadounidense en nuestro país ha externado expresiones que abren expectativas de gran aliento al decir que “este programa permite que los salvadoreños puedan viajar hacia los Estados Unidos para aprovechar oportunidades de trabajo digno, honrado y bien remunerado. Es una relación de mutuo beneficio, en la que ambos podemos ganar; y queremos continuar expandiendo este programa”. Se trata de un reconocimiento de nuevo estilo en una temática que viene estando tan sobrecargada de incomprensiones y de rechazos.
Destacamos el hecho de que la racionalidad empieza a hacerse sentir en un área contaminada de tantas incomprensiones, y eso nos anima a confiar en que se pueden ir abriendo mejores rutas para el progreso de nuestra gente.
NO OLVIDEMOS QUE EL FENÓMENO MIGRATORIO HA ESTADO PRESENTE SIEMPRE EN TODAS LAS LATITUDES, Y QUE ESO LE DA UNA DIMENSIÓN PROPIA CONTRA LA QUE NO PUEDEN LAS SUPUESTAS SOLUCIONES DE FUERZA.