Desastres dejan a agricultores con temor de acudir a los bancos
Productores recuerdan haber pasado hasta 10 años pagando deudas después de que perdieron sus cosechas en tormentas tropicales. Ahora prefieren no endeudarse, aunque esto implique solo “irla pasando”.
“Después de habernos repartido, empezaron los fenómenos naturales a golpearnos. Ese fue un castigo para nosotros. Yo tuve problemas con el banco, perdí todo el loroco y la milpa. Después quedé 'enjaranado' con el banco”. RICARDO ARCE, PRODUCTOR DE LA PAZ
“Ahorita hay unos contentos porque están saliendo con las deudas que tienen, pero yo les digo: Dios no lo permita y un día les vaya a pasar lo que nos pasó a nosotros y vayan a caer en la desgracia”. MEDARDO CAMPOS, PRODUCTOR DE LA PAZ
“Esta es la acumulación de 30, 35 años de olvidarse del agro, pasamos de ser líderes productores en Centroamérica a ser el mayor país importador. No hay otro país más importador que El Salvador”. PABLO ANLIKER, MINISTRO DE AGRICULTURA Y GANADERÍA
El acceso a créditos es uno de los desafíos más complicados para el sector agrícola. Muchas asociaciones se han pronunciado pidiendo más y mejores préstamos para poder sembrar, invertir y crecer. Sin embargo, para algunos productores que sufrieron por eventos climáticos extremos, las deudas con la banca se convirtieron en experiencias casi traumáticas. Medardo Campos, un agricultor del departamento de La Paz, siembra loroco “para irla pasando”. Este producto se vende mucho mejor que el maíz, aunque, asegura, antes se vendía mejor, puesto que no había tanta gente que lo sembrara. Algunos meses son mejores que otros: no siempre alcanza para insumos. Su tierra está en una zona privilegiada puesto que hay agua y es plana; él mismo reconoce que podría hacer más. “Si quisiera ganar más, tendría que invertir y para invertir tendría que ir al banco”, dice.
Campos asegura que desde 1985 había estado trabajando con el Banco de Fomento Agropecuario (BFA). En aquel momento sembraba hortalizas, prestaba y pagaba a tiempo, sin inconvenientes. El problema llegó con el huracán Mitch, se agravó en los años siguientes con las tormentas Stan, Ida, Agatha y, la última, la depresión 12E.
Cayó en mora y se tardó 10 años en pagar su deuda. “Solo perdí una casa, el banco me lo iba a quitar todito. Esa experiencia, a mí me dolió”, recordó.
Ahora insiste en que no quiere “enjaranarse” con el banco. “Duermo feliz, no estoy con esa preocupación con la que pasé 10 años. Trabajar y trabajar pero solo para el banco, porque no quise vender las tierras. Otros de la zona sí vendieron y pasaron de ser propietarios a jornaleros”, dijo.
Ricardo Arce es otro productor de La Paz que accedió a hablar con
LA PRENSA GRÁFICA. En su caso recuerda a Ida y Agatha como los fenómenos más desastrosos, cuando perdió su producción de loroco y milpa. Dice que por haber sido un desastre natural, el BFA refinanció el crédito. Pasó muchos años pagando una deuda de $10,000 y además, tuvo que vender su ganado.
“No crea que es bonito subsistir, estar pagando, cultivando y tener que darle de comer a la familia. Yo le estaba pagando al banco, tenía que trabajar duro para mantener a mi familia y pagar la cuota. Esa ha sido una de las situaciones más tremendas en la vida de nosotros”, expresó.
Arce sí siguió trabajando con créditos que obtenía su esposa, ya que a él no le prestaban.
Este medio buscó al BFA para ampliar en datos y políticas, pero la institución no respondió.
Entre 1990 y 2011 se perdieron $6,613 millones por desastres naturales, lo que incluye terremotos, tormentas, sequías e inundaciones. Este monto no toma en cuenta todas las catástrofes, solo las más importantes, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Para Arce, “el error” fue pasar de un esquema de producción en cooperativas a parcelas individuales, puesto que los agricultores no podían hacer frente solos a las pérdidas y a los pagos que tenían que hacer a la banca.
“La cooperativa dejó de existir por las políticas de gobierno; empezaron
a incentivar a la gente a que era bueno tener su parcela y la gente se entusiasmó en ser dueños, más no nos dábamos cuenta de que era el peor error que íbamos a cometer”, manifestó.
UN MINISTERIO “SOLO DE ESCRITORIO”
Los agricultores consideran que el apoyo del Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria (CENTA) es poco. Arce asegura que hay unos 200 productores en la zona donde reside, pero los técnicos han visitado a no más de 25.
“El Ministerio de Agricultura de nuestro país es solo de escritorio, prácticamente”, dijo.
No se refirió específicamente al Gobierno actual, más bien dice que el abandono al agro ha sido común a todas las administraciones, solo recuerda políticas más acertadas en la época del presidente José Napoléon Duarte, ya que en aquel entonces existía el Instituto Regulador de Abastecimiento (IRA), que ejercía un control sobre los precios.
Campos, por su parte, dice que paquete agrícola, el programa emblemático del MAG en los últimos años, se aborda “como un servicio político en el territorio”. Este incluye 100 libras de semilla de maíz y 25 libras de fertilizante, luego otra entrega de semilla de frijol, sin fertilizante. Considera que la atención del Estado debe estar en el precio de los insumos.
“Nosotros sembramos a la voluntad de Dios. Los insumos carísimos. El Gobierno no se fija en si el insumo está barato o caro. Siquiera eso deberían de ver, que los costos bajaran para que uno sacara una buena producción. Pero con los insumos caros no alcanza, si acaso alcanza para una abonada”, dijo.
La semana pasada, al ser abordado por periodistas, el titular del MAG, Pablo Anliker, señaló que el estado actual del sector agrícola es el resultado de un abandono de unos 35 años, pero dijo que se puede reactivar el rubro para abastecer el consumo local. “Tenemos un mercado, que si empezamos a sumar todos esos productos, son 600, 800 millones (de dólares) que los podemos producir aquí y crear empleo para nuestra propia gente. Esa es la misión de nosotros, rescatar el agro para que la gente siembre”.
Admitió que otros países de la región tienen ventajas sobre El Salvador, como Guatemala por las tierras y la altura para el cultivo de frutas, o Nicaragua con su extensa ganadería, pero adelantó que se está trabajando en “un plan agresivo con el agro” y que hay más de 400,000 hectáreas de tierras ociosas.
Hasta la fecha aún se desconoce qué políticas específicas se implementarán para apoyar a los sectores agropecuarios, pese a las peticiones que ya han hecho varios gremios. Específicamente los productores de granos básicos han insistido en la necesidad de crear una reserva estratégica y que se pueda así controlar los precios para que el intermediario no deje al productor con un escaso margen.
Además, han solicitado ampliar el programa de créditos del BFA con tasas de interés preferenciales.