Vendedores de ferias varados en comunidad
Cuando se decretó la cuarentena domiciliaria obligatoria ya no pudieron movilizarse a San Salvador por riesgo de ser enviados a un albergue.
Al igual que cientos de comerciantes que venden sus productos en ferias patronales y artistas de circo que se han quedado varados en distintos lugares del país, la familia Serrano, integrada por seis miembros, entre ellos dos niñas, llegaron el pasado 12 de marzo hasta un predio de la casa comunal del cantón San José de Pasaquina, en La Unión, y armaron dos champas improvisadas como lo suelen hacer en cada cantón o municipio al que llegan a vender productos de feria.
Esta comunidad iniciaba sus fiestas patronales el 14 de marzo en honor a San José, y la familia originaria de San Salvador, tenía esperanzas de obtener buenas ganancias durante los festejos en esa comunidad, que atraen a decenas de personas de las comunidades aledañas a la frontera El Amatillo, siempre en Pasaquina.
Pero cuando se acercaban los festejos, el gobierno salvadoreño ordenó la suspensión de todas las actividades con concentraciones de personas, también decretó una cuarentena domiciliar obligatoria y se establecieron restricciones de movilidad, so pena de que quien no acatará estas medidas sería retenido y enviado a un centro de contención.
Las restricciones para contener el avance de covid-19 tomaron por sorpresa al grupo familiar, quienes ya no pudieron movilizarse desde esa comunidad hasta su lugar de residencia, y ya cumplieron más de dos meses de haberse quedado aislados en dicho cantón.
“Gracias a Dios la directiva de aquí nos ha tratado bien y nos han permitido quedarnos en este lugar, y también ha habido gente bondadosa de la comunidad que nos ha cooperado con víveres y con eso hemos ido pasando y sobreviviendo a esta situación”, afirmó Elías Antonio Serrano, miembro de la familia.
Estas personas temen que esta pandemia acabe con su venta, en la que ofrecen golosinas de feria, como tostadas, papas fritas, churros y elotes locos.
A medida transcurren los días de la cuarentena domiciliar, la preocupación se apodera aún más la familia, debido a que los víveres que les han donado se les están terminando, y tampoco han recibido ninguna ayuda gubernamental como el bono de los $300 ni los paquetes alimenticios, aseguraron.
“Yo tenía la esperanza de recibir los $300 y hasta había pensado que con eso iba a ir a pasar una consulta con un especialista por un gran dolor que siento en uno de mis brazos, porque tampoco ganamos el suficiente dinero como para pagar una consulta privada con un doctor”, aseguró María Berta Serrano, una persona de la tercera edad que es parte del grupo familiar. Estas personas recordaron que son muchas las familias que recorren todos los rincones de El Salvador, vendiendo productos de feria, y que también se han quedado varados y aislados en lugares alejados de sus hogares, incluso hay quienes ya no pudieron salir de la isla de Meanguera, después de comercializar productos en las fiestas patronales de esa localidad insular.
Entre tanta desesperanza, esta familia ve algo positivo, y aseguran que lejos de la gran capital que se ha convertido en uno de los focos de contagio del coronavirus, al menos en esta comunidad donde se han quedado varados, han logrado salvaguardar su salud y su vida.