LAS ÉLITES NO QUIEREN VERSE EN EL ESPEJO
Ni “los mismos de siempre”, ni “devuelvan lo robado”, ni “es momento del cambio”; nadie hará nada mientras no se miren en el espejo.
Por los siglos de los siglos, los salvadoreños hemos sufrido de oposición inútil. En pasadas notas me he referido a esta tristeza, pero ahora estoy más convencido que nunca. La culpa no la tiene el electorado; la tienen las élites de la oposición, pues no saben escoger a sus representantes.
Como resultado, ahora tenemos un país sin rumbo, en el que los que creemos en la democracia aspiramos a un balance legislativo y municipal, pero no nos inspiran los candidatos opositores.
Por los siglos de los siglos, también discutimos y discutimos tanto manejo con las patas de tanto tema, pero la cosa sigue igual. Siempre nos quejamos de la clase de políticos de turno, pero rara vez nos tomamos el tiempo para pensar nuestro voto; es más fácil marcar bandera, repitiendo los errores en una y otra elección.
Y así llegan al poder políticos mediocres, los mismos de siempre, trabajando para servirse y no para servir. Da escalofrío la nota publicada en LPG el 22/9 pasado, sobre las millonarias pérdidas, equivalentes al 10.3 % del PIB, a causa de la desnutrición infantil y la mala nutrición adulta. Niños desnutridos, igual cerebros cerrados, igual menor nivel educativo. Adultos mal nutridos, igual hipertensión, diabetes, baja productividad, bajos ingresos, muerte prematura, y tanto otro mal asociado con la obesidad.
También se paran los pelos al visitar el Hospital Rosales, centro de asistencia médica más emblemático del país, y darse cuenta de que carga los mismos problemas desde su fundación: altísimo costo administrativo, falta de insumos, infraestructura deficiente, absentismo laboral, y tanta otra mala hierba. ¿Y el ministro de Salud? Muy mal, por desgracia.
Y la historia se repite, se repite y se repite, y ni los políticos del momento, ni la oposición, hacen nada para mejorar. Mejor se escudan en las élites que los seleccionaron para el cargo público, sin exigir responsabilidad ni resultados mientras ejercen el poder.
Una triste realidad, mezcla de incapacidad y movidas, que nada hacen para reducir la pobreza ni la inseguridad (salvo a treguas chucas). Un modus operandi cuscatleco que tiene condenado a Juan Pueblo en la pobreza, quede quien quede. Sin oportunidades, sin futuro, sin salud ni educación. Ni “los mismos de siempre”, ni
“devuelvan lo robado”, ni “es momento del cambio”; nadie hará nada mientras no se miren en el espejo.
No es muy alentador analizar nuestra realidad, pero no veo cambios a futuro, ni mucho menos políticos con un plan definido y convencidos de cambiar esta triste historia. Al contrario, veo a los mismos de siempre escogiendo malos políticos, que se sientan en su curul a repetir los mismos errores, siempre acuerpados por sus propias élites.
Los errores los pagamos caro, y toma generaciones encontrar el rumbo correcto. Las soluciones que se sacan de la manga son curitas (mayor deuda e impuestos) que alivian pero no detienen la hemorragia. Las élites de El Salvador deben hacer conciencia de nuestra historia, si no estaremos condenados a seguirla repitiendo.