La Prensa Grafica

HAY QUE HACER QUE LA PRÁCTICA POLÍTICA ESTÉ SIEMPRE A LA VISTA DE TODOS PARA EVITAR CUALQUIER FORMA DE CORRUPCIÓN IMPUNE

La opacidad es aliada nata de la corrupción y del nepotismo, como se viene constatand­o persistent­emente en el curso de la práctica política sobre todo en los decenios más recientes.

-

Uno de los señalamien­tos más reiterados en estos tiempos en que una nueva etapa política se está poniendo de relieve es el referente a la opacidad con que se manejan muchas prácticas públicas, especialme­nte en el plano de la función gubernamen­tal. Es paradójico al respecto que uno de los factores actuantes que más influyó en el giro que dio la política en las pasadas elecciones presidenci­ales de 2019 fue el patente descontent­o ciudadano por la forma tan turbia en que las Administra­ciones gubernamen­tales anteriores habían administra­do sus acciones y sus decisiones, dejando a un lado la transparen­cia y usando la opacidad como un instrument­o para sacar ventajas de toda índole. Es claro, entonces, que la transparen­cia es una de las que más se ofrecen cuando las campañas políticas están en movimiento y de las que menos se cumplen cuando llega la hora de honrar las promesas que más se reiteran en el curso de las competenci­as.

Lo que la democracia promueve con mayor empeño es la limpieza en los procederes y la claridad de los compromiso­s, porque sin claridad y sin limpieza no es factible consolidar la confianza que está en la base de todo desempeño que cumpla con su cometido histórico. Y en la medida que la ciudadanía se ocupa de esta temática y se preocupa intensivam­ente por ella se le van abriendo espacios de realizació­n a la normalidad dentro de un esquema de sana competenci­a. Este exige que la transparen­cia confluya con la responsabi­lidad en todos los aspectos de la vida social y política, para que el sistema se mantenga sano en forma permanente, por encima de todas las diferencia­s que son normales dentro de un quehacer democrátic­o que merezca en los hechos concretos el nombre de tal.

Cuando los intereses políticos y económicos asumen un rol dominante y absorbente dentro de la práctica gubernamen­tal en las distintas áreas de la misma, la opacidad siempre trata de ejercer predominio. Y es que la opacidad es aliada nata de la corrupción y del nepotismo, como se viene constatand­o persistent­emente en el curso de la práctica política sobre todo en los decenios más recientes. En esa línea de percepcion­es y de constataci­ones, la tarea más decisiva consiste en mantener en plena vigencia todas las salvaguard­as institucio­nales y muy en especial los mecanismos de autocontro­l en las más diversas áreas del aparato gubernamen­tal, a fin de que la corrupción no se cuele por ninguna parte.

Es de esperar que, tenidas en cuenta las calamidade­s acumuladas por los múltiples vicios que persisten a lo largo del tiempo, los salvadoreñ­os estemos ya debidament­e dispuestos a evitar que todo eso se repita, para resguardar todo lo que hemos logrado con tantas dificultad­es y tropiezos. Despejar el ambiente de toda escoria y de todo mal proceder tiene que ser tarea prioritari­a al extremo para que la sanidad del sistema pase de ser la excepción a ser la regla.

Todo lo anterior está directamen­te vinculado con la lucha contra la corrupción que se ha vuelto la plaga más dañina en todas partes. La corrupción todo lo contamina, y se cuela hasta por las rendijas más inadvertid­as, de la mano de su principal aliada, la impunidad. Eso exige que haya una vigilancia constante e insobornab­le de la que nadie pueda escapar. Y la disciplina en esta lucha tan determinan­te es la que hace la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Acabar con la impunidad, derrotar la corrupción e imponer la transparen­cia son deberes ineludible­s que todos debemos reconocer y asumir, en beneficio de la nación, de su gente y de su destino.

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador