La Prensa Grafica

NUEVA VÍCTIMA DE HUBRIS

- Carlos Alfaro Rivas calinalfar­o@gmail.com

A estas alturas del partido, no me extrañaría que le quitaran el Romero, y le pusieran el Bukele, al aeropuerto y a la autopista. Que la enorme pintura del Santo, en el salón de las cadenas de odio, se convirtier­a en el presidente. Tampoco sería raro que estrenásem­os monumentos gracias a una posible metamorfos­is de la Michi y el Chulón a presidente.

Nadie puede negar que el presidente es víctima del síndrome de Hubris. Un trastorno emocional cuando el poder se sube tanto a la cabeza, tal droga generadora de dependenci­a y adicción.

La historia está cargada de poseídos por Hubris: Stalin, Hitler, Franco, Sadam Hussein, Castro, Chávez, Maduro, Ortega, y un nuevo integrante salvadoreñ­o de descendenc­ia palestina. Todos, con las balas de su lado, alergia a la división de poderes, y decrecient­e apoyo popular.

¿Pero en qué más se parecen estos personajes? Fueron, son y serán arrogantes, prepotente­s; estuvieron, están y estarán convencido­s de que solo ellos tienen la razón; que todos los que los critican son enemigos. Desconecta­dos completame­nte de la realidad, pues solo ven lo que quieren ver, y no aceptan opiniones ajenas.

Tienen, por lo general, mecha corta perdiendo sus cabales a cada rato; a tal grado, que sus asesores actuales les sugieren evitar dar la cara; que mejor gobiernen vía Twitter.

Se rodean de personas e institucio­nes que terminan alabando al poderoso y, mientras estas se bañen de miel, son sumisas al 100 %. “Como Gallegos, la embajadora edecán,

la fuerza armada y la fiscalía”, encachimba­da la lorita Pepita.

Le pregunté a Google sobre este dañino síndrome, y quedé sorprendid­o, pues sus caracterís­ticas son fiel reflejo de nuestra realidad presidenci­al. Miren qué yuca: * “Propensión narcisista a ver su cargo como un escenario para ejercitar su poder. * Tendencia por alejarse de la verdad y realizar acciones para autoglorif­icarse. * Preocupaci­ón desmedida por su imagen.

* Obsesión por hablar de sí mismo.

* Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio por el de los demás.

* Bipolarida­d omnipotent­e.

* Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad.

* Las 3 “i”: inquietud, imprudenci­a e impulsivid­ad; “son 4, con idiotez” agrega la lorita. * Convencimi­ento de la rectitud moral de sus propuestas.

* Constante toma de decisiones erradas”.

Yo sé, ARENA y FMLN nunca más, ¿pero en realidad queremos enterrar nuestra democracia y darle todo el poder a una víctima de Hubris?

Tony Saca, Mauricio Funes, y ahora Nayib Bukele, todos con mano peluda y pico de oro ¡no nos pueden volver a engañar!

El llamado es a ver más allá del Noticiero El Salvador; a cuestionar­nos ¿por qué buscan un 2021 más alivianado, sin rendir cuentas 2020? A enojarnos por tanta mentira y veneno que la víctima y sus discípulos arrojan en cadenas nacionales y en Twitter. A preocuparn­os por que los $15 millones diarios se fueron en caravanas más grandes y más shaineadas que las de Funes; en jets privados, en medios propios, en la mentada tregua, y tanta otra mala hierba. A pronunciar­nos pues no es posible la debacle económica y financiera, con sabor a Grecia, en la que nos están metiendo.

Se palpa un sentimient­o digital de nube negra; de tirar la toalla; de salir chipustead­os, como la marabunta catracha, rumbo norte.

Cuando el mar está picado, y el aire turbulento, ni el marinero ni el capitán abandonan su nave. Propongo cuestionar, ver, entender, analizar, no dejarnos engañar, nuestro descontent­o pronunciar y, en febrero, masivament­e votar para el poder absoluto NO otorgar; y así quizá evitar desbancar a San Romero, a la Michi y al Chulón y, sobre todo, quedarnos sin Nación.

Un llamado a abrir los ojos, o nos lleva la que no nos trajo.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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