NUEVA VÍCTIMA DE HUBRIS
A estas alturas del partido, no me extrañaría que le quitaran el Romero, y le pusieran el Bukele, al aeropuerto y a la autopista. Que la enorme pintura del Santo, en el salón de las cadenas de odio, se convirtiera en el presidente. Tampoco sería raro que estrenásemos monumentos gracias a una posible metamorfosis de la Michi y el Chulón a presidente.
Nadie puede negar que el presidente es víctima del síndrome de Hubris. Un trastorno emocional cuando el poder se sube tanto a la cabeza, tal droga generadora de dependencia y adicción.
La historia está cargada de poseídos por Hubris: Stalin, Hitler, Franco, Sadam Hussein, Castro, Chávez, Maduro, Ortega, y un nuevo integrante salvadoreño de descendencia palestina. Todos, con las balas de su lado, alergia a la división de poderes, y decreciente apoyo popular.
¿Pero en qué más se parecen estos personajes? Fueron, son y serán arrogantes, prepotentes; estuvieron, están y estarán convencidos de que solo ellos tienen la razón; que todos los que los critican son enemigos. Desconectados completamente de la realidad, pues solo ven lo que quieren ver, y no aceptan opiniones ajenas.
Tienen, por lo general, mecha corta perdiendo sus cabales a cada rato; a tal grado, que sus asesores actuales les sugieren evitar dar la cara; que mejor gobiernen vía Twitter.
Se rodean de personas e instituciones que terminan alabando al poderoso y, mientras estas se bañen de miel, son sumisas al 100 %. “Como Gallegos, la embajadora edecán,
la fuerza armada y la fiscalía”, encachimbada la lorita Pepita.
Le pregunté a Google sobre este dañino síndrome, y quedé sorprendido, pues sus características son fiel reflejo de nuestra realidad presidencial. Miren qué yuca: * “Propensión narcisista a ver su cargo como un escenario para ejercitar su poder. * Tendencia por alejarse de la verdad y realizar acciones para autoglorificarse. * Preocupación desmedida por su imagen.
* Obsesión por hablar de sí mismo.
* Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio por el de los demás.
* Bipolaridad omnipotente.
* Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad.
* Las 3 “i”: inquietud, imprudencia e impulsividad; “son 4, con idiotez” agrega la lorita. * Convencimiento de la rectitud moral de sus propuestas.
* Constante toma de decisiones erradas”.
Yo sé, ARENA y FMLN nunca más, ¿pero en realidad queremos enterrar nuestra democracia y darle todo el poder a una víctima de Hubris?
Tony Saca, Mauricio Funes, y ahora Nayib Bukele, todos con mano peluda y pico de oro ¡no nos pueden volver a engañar!
El llamado es a ver más allá del Noticiero El Salvador; a cuestionarnos ¿por qué buscan un 2021 más alivianado, sin rendir cuentas 2020? A enojarnos por tanta mentira y veneno que la víctima y sus discípulos arrojan en cadenas nacionales y en Twitter. A preocuparnos por que los $15 millones diarios se fueron en caravanas más grandes y más shaineadas que las de Funes; en jets privados, en medios propios, en la mentada tregua, y tanta otra mala hierba. A pronunciarnos pues no es posible la debacle económica y financiera, con sabor a Grecia, en la que nos están metiendo.
Se palpa un sentimiento digital de nube negra; de tirar la toalla; de salir chipusteados, como la marabunta catracha, rumbo norte.
Cuando el mar está picado, y el aire turbulento, ni el marinero ni el capitán abandonan su nave. Propongo cuestionar, ver, entender, analizar, no dejarnos engañar, nuestro descontento pronunciar y, en febrero, masivamente votar para el poder absoluto NO otorgar; y así quizá evitar desbancar a San Romero, a la Michi y al Chulón y, sobre todo, quedarnos sin Nación.
Un llamado a abrir los ojos, o nos lleva la que no nos trajo.