SUPERAR EL CAOS
Estamos presenciando en el país un verdadero caos institucional que hace parecer que estamos viviendo en un Estado fallido. Las instituciones no funcionan, ni se hacen respetar para poner orden, haciendo valer las leyes que regulan el funcionamiento del Estado, y los comportamientos que deben tener los funcionarios para cumplir con sus obligaciones.
Observamos en los últimos días actuaciones inverosímiles como la suspensión del Órgano Ejecutivo de las transferencias de fondos que deben hacerse a los órganos Legislativo y Judicial y las alcaldías, el incumplimiento del director de la PNC de las disposiciones constitucionales que lo obligan a llevar por apremio a los funcionarios que no atienden los llamados de otros Órganos del Estado, y que la Fuerza Armada haya impedido la resolución judicial que ordenaba hacer inspección de los archivos militares relacionados con la masacre en El Mozote. No debemos olvidar hechos trascendentales como la toma del Salón Azul de la Asamblea Legislativa por la Fuerza Armada el 9 de febrero, el irrespeto y menosprecio de oficiales militares al fiscal general de la República en el puerto de La Libertad y el rechazo del ministro de Agricultura a entregar la información solicitada por la Corte de Cuentas para verificar el uso de los fondos durante la emergencia.
Tristemente, sobre los hechos del 9 de febrero, el fiscal general explicó que las investigaciones realizadas durante 6 meses “no habían encontrado nada anormal”, la Asamblea interpeló al ministro de Defensa y encontró motivos que justificaban su destitución, y no pasó nada. Claramente la Fiscalía no está a la altura para ejercer su autoridad, y responder a los llamados que han venido haciendo ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil para que ejerza el papel que le corresponde como defensora de la legalidad.
Si se resolvieran oportuna y enérgicamente tantas actuaciones irregulares y las conductas perversas, irresponsables y hasta delictivas de los funcionarios en todos los niveles, en el país habría orden y respeto, imperaría la disciplina y la transparencia, no habría espacio para dar lugar a actitudes caprichosas e inmaduras, todos estaríamos dedicados a trabajar en una agenda común para dar tratamientos responsables y ordenados a los grandes problemas nacionales, y el país tendría un clima favorable para tener las condiciones de estabilidad y seguridad que son necesarias para impulsar y desarrollar una estrategia de desarrollo.
Las elecciones de 2021 representarán una oportunidad para superar el caos que estamos viviendo, teniendo una Asamblea fuerte, honesta y pluralista; depurada de los elementos que son responsables principales de su desprestigio.
Con la votación por rostro podemos seleccionar entre más de 500 candidatos a los más preparados y comprometidos para tener una Asamblea muy diferente. Los partidos PDC, Nuestro Tiempo y Vamos están presentando candidatos conocidos que parecen muy competentes, ARENA y el FMLN han hechos algunos esfuerzos por renovación, y así como llevan a reelección candidatos que han tenido un desempeño relevante en la Asamblea, llevan otros que por varios periodos han estado allí “sin pena ni gloria”. En el PCN y GANA van “los mismos de siempre”. Nuevas Ideas, el partido que ofreció renovación y cambio, lleva como candidatos a figuras desconocidas y políticos con las más cuestionadas y oscuras trayectorias; sin embargo, tienen la fuerza de los recursos del Estado con los que pueden engañar, manipular y movilizar masas para lograr sus votos, y hasta obstaculizar la participación de electores.
Los problemas de la democracia se corrigen con más democracia. Más democracia significa mayor participación para evaluar y seleccionar los mejores representantes y gobernantes. Vamos a evitar una profundización del desorden y caos reinante enmendando en 2021 los errores cometidos.
Las instituciones no funcionan, ni se hacen respetar para poner orden.