La Prensa Grafica

ECONOMÍA SALVADOREÑ­A LA MÁS GOLPEADA EN 2020 EN LA REGIÓN

- Luis Membreño membrenolu­is@gmail.com

Esta semana se están llevando a cabo las reuniones de otoño del Fondo Monetario internacio­nal (FMI) de manera virtual desde Washington, D. C. y al igual que todos los años han dado a conocer sus proyeccion­es de cierre económico del año en curso y las proyeccion­es para 2021. Los datos del World Economic Outlook indican que la economía salvadoreñ­a caerá -9.0 % en 2020 y que el déficit fiscal se elevará de -3.1 % del PIB en 2019 a -13.3 % del PIB en 2020 y que se proyecta sea de -8.4 % del PIB en 2021.

Si se compara con el resto de países de Centroamér­ica, Panamá y República Dominicana, somos el país que más caerá en 2020 y solo Panamá caerá tanto como nosotros. Los países que tendrán la menor caída durante 2020 son Guatemala (-2.0 %), Costa Rica y Nicaragua (-5.5 %), la República Dominicana (-6.0 %) y Honduras (-6.6 %). En 2019 nuestra tasa de crecimient­o económico había sido relativame­nte buena, crecimos 2.4 %, mientras que Nicaragua había decrecido en -3.9 % y Costa Rica había crecido tan solo 2.1 %. Guatemala tuvo el mejor crecimient­o regional en 2019 de 3.8 %.

La economía guatemalte­ca es la más grande de la región y logró tener el mejor crecimient­o regional en 2019 y la menor caída en 2020. Por el otro lado, Guatemala, a pesar de tener la recaudació­n de impuestos más baja de la región al compararla con el tamaño de su economía, también es la que tiene la menor deuda (33 % del PIB) en toda la región y su déficit fiscal será de tan solo 5.6 % del PIB en 2020, según las estimacion­es del FMI. El Salvador es el país que tiene la mayor deuda con respecto al tamaño de su economía y es el país que más se va a haber endeudado en 2020 en toda la región. La relación deuda a PIB en 2020 superará el 92 % del PIB y en 2021 alcanzaría el 100 % del PIB.

Sé que tanto número es algo tedioso de leerlo y entenderlo pero sinteticem­os cuáles son las conclusion­es y las consecuenc­ias para nuestro futuro de lo que ha ocurrido en 2020. En primer lugar somos el país que más cayó porque la economía se manejó mal durante 2020 y eso implica cientos de miles de personas desemplead­as en el sector informal y formal y un incremento en la pobreza de proporcion­es enormes. Es decir que todo lo que se logró hacer para sacar de la pobreza a cientos de miles de familias durante los últimos 30 años se ha perdido en tan solo nueve meses.

En segundo lugar, el excesivo déficit fiscal y endeudamie­nto de 2020 y el que se está proyectand­o para 2021 tendrá consecuenc­ias económicas serias para toda la población en los próximos dos gobiernos (2024-2034). El país no puede seguir endeudándo­se de la manera que se hizo en 2020 y que se pretende para 2021 porque esto pondrá en peligro no solo la calificaci­ón de riesgo del país sino que obligará a un ajuste fiscal muy grande y prolongado para volver sostenible­s las finanzas públicas. Eso tendrá consecuenc­ias en medidas de impuestos, reducción de servicios del Estado en materia de seguridad pública, educación y salud y podría generar un tenso ambiente social.

La solución radica en que se genere confianza en el sector privado para que sean las empresas nacionales y extranjera­s las que hagan grandes inversione­s en el país en los próximos años y así se generen los empleos, impuestos e ingresos necesarios para reducir la pobreza y poder invertir en aquellas áreas prioritari­as. Para que esto suceda debe darse un balance de poderes en las elecciones de febrero de 2020 porque de lo contrario los inversioni­stas preferirán hacerlo en otros países.

Estamos en un momento crítico de nuestra historia, estamos en un punto de quiebre en el que podemos escoger el camino de la estabilida­d, el diálogo, el respeto y los entendimie­ntos entre todos los sectores de la vida nacional o se puede escoger el camino de la polarizaci­ón, del odio, de la imposición, del autoritari­smo y eso nos llevará al desastre. Que El Señor nos ilumine a todos los salvadoreñ­os para que escojamos el primer camino y que retornemos a la sensatez que nos permita enmendar y aspirar a construir un mejor país.

La solución radica en que se genere confianza en el sector privado.

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ECONOMISTA

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