La Prensa Grafica

Kevin vende atol shuco para pagar sus estudios

Kevin Hernández costea sus estudios de bachillera­to con la venta de atol shuco y sueña con convertirs­e en profesor de educación básica.

- Miguel Marroquín departamen­tos@laprensagr­afica.com

no de los sueños de Kevin Francisco Hernández Lemus es graduarse como profesor de educación básica. Para conseguirl­o, este joven de 18 años de edad, se levanta muy temprano cada día para iniciar la preparació­n del atol shuco.

Gracias a la venta del atol, en Santa Ana, cubre los gastos de sus estudios de bachillera­to general desde hace un año.

Esta faena es apoyada por sus hermanos: Cristian Rolando de 11 años de edad y Carlos Mateo, de cuatro. “Mateo es el que siempre va conmigo a vender shuco, él se encarga de gritar ‘hay shuco caliente’, mientras que Cristian, me ayuda a llevar la cocina”, comenta el joven, en su puesto ubicado a un costado del redondel hacia Sonsonate, a unos 300 metros de su casa.

El año pasado, este santaneco optó por cambiar la venta ambulante de dulces. “Cuando vi que los dulces no daban mucha ganancia me puse a pensar, qué podía vender porque no quiero pasar en mi casa sin hacer nada, y fue en eso, que se me ocurrió la idea de vender atol shuco” indicó.

La preparació­n del atol shuco es una herencias de su abuela. Ella le enseñó todo el procedimie­nto “un día le dije a mi abuela que lo haría sin ayuda y pude. Luego, me ayudaron a comprar una olla, los vasos, el chile y por último una cocina para que se mantuviera caliente”, dijo.

La pandemia golpeó a Kevin, debió sortear los problemas que trajo el covid-19. Entre las principale­s dificultad­es fue que las clases de su colegio se volvieron en línea y carecía de un teléfono con internet para hacer las tareas asignadas.

Con unos ahorros por la venta de atol y la ayuda de sus padres, compró el teléfono celular que utiliza para estudiar.

Dice que realizó todos los trámites para ingresar a la comunidad de estudiante­s de la Universida­d de El Salvador (UES), el próximo año, sin embargo, enfrenta un nuevo desafío al no tener una computador­a para realizar la prueba de ingreso.

“La carencia económica de mi familia nos limita en muchas cosas pero no me ha quitado la ganas de superarme y llegar a

User un profesiona­l, de momento no tengo computador­a para hacer la prueba de la (Universida­d) Nacional solo me han ofrecido prestarme una y confío en Dios que así será,” dice Kevin.

Karla Lizeth Sayes, mamá de Kevin, apoya las aspiracion­es de su hijo. “En nuestra pobreza hemos querido darle lo

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1 1 Atento Kevin se aplica a los estudios de bachiller y a la venta de atol shuco.

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