Kevin vende atol shuco para pagar sus estudios
Kevin Hernández costea sus estudios de bachillerato con la venta de atol shuco y sueña con convertirse en profesor de educación básica.
no de los sueños de Kevin Francisco Hernández Lemus es graduarse como profesor de educación básica. Para conseguirlo, este joven de 18 años de edad, se levanta muy temprano cada día para iniciar la preparación del atol shuco.
Gracias a la venta del atol, en Santa Ana, cubre los gastos de sus estudios de bachillerato general desde hace un año.
Esta faena es apoyada por sus hermanos: Cristian Rolando de 11 años de edad y Carlos Mateo, de cuatro. “Mateo es el que siempre va conmigo a vender shuco, él se encarga de gritar ‘hay shuco caliente’, mientras que Cristian, me ayuda a llevar la cocina”, comenta el joven, en su puesto ubicado a un costado del redondel hacia Sonsonate, a unos 300 metros de su casa.
El año pasado, este santaneco optó por cambiar la venta ambulante de dulces. “Cuando vi que los dulces no daban mucha ganancia me puse a pensar, qué podía vender porque no quiero pasar en mi casa sin hacer nada, y fue en eso, que se me ocurrió la idea de vender atol shuco” indicó.
La preparación del atol shuco es una herencias de su abuela. Ella le enseñó todo el procedimiento “un día le dije a mi abuela que lo haría sin ayuda y pude. Luego, me ayudaron a comprar una olla, los vasos, el chile y por último una cocina para que se mantuviera caliente”, dijo.
La pandemia golpeó a Kevin, debió sortear los problemas que trajo el covid-19. Entre las principales dificultades fue que las clases de su colegio se volvieron en línea y carecía de un teléfono con internet para hacer las tareas asignadas.
Con unos ahorros por la venta de atol y la ayuda de sus padres, compró el teléfono celular que utiliza para estudiar.
Dice que realizó todos los trámites para ingresar a la comunidad de estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES), el próximo año, sin embargo, enfrenta un nuevo desafío al no tener una computadora para realizar la prueba de ingreso.
“La carencia económica de mi familia nos limita en muchas cosas pero no me ha quitado la ganas de superarme y llegar a
User un profesional, de momento no tengo computadora para hacer la prueba de la (Universidad) Nacional solo me han ofrecido prestarme una y confío en Dios que así será,” dice Kevin.
Karla Lizeth Sayes, mamá de Kevin, apoya las aspiraciones de su hijo. “En nuestra pobreza hemos querido darle lo