La Prensa Grafica

Una vida entre ollas y tazas de barro

Doña Heriberta Pérez, de 70 años, es una experta artesana de alfarería de Guatajiagu­a, Morazán.

- Emanuel Boquín departamen­tos@laprensagr­afica.com

Desde hace 60 años, doña Heriberta Pérez, es una reconocida artesana que produce con sus manos figuras de barro en el barrio el Calvario del municipio de Guatajiagu­a, en Morazán.

La producción de figuras de barro se convirtió en la principal fuente de ingresos económicos para su familia. Desde los diez años de edad, comenzó su relación con el barro y en la actualidad, en la zona oriental todos conocen de su calidad.

Con sus manos elabora desde pequeñas figuras para nacimiento­s navideños, tazas, depósitos para almacenar huevos, hasta comales y ollas.

Terminar una obra le genera mucha satisfacci­ón, pues gracias a este oficio, que aprendió desde muy pequeña “he logrado ganarme el pan de cada día”, sostuvo.

Aseguró que la alfarería es un tradición marcada de generación en generación en su familia; su abuela le enseñó a su madre sobre este arte, para luego mostrársel­o a ella. Manifestó que para mantener esta tradición familiar, les enseña con esmero a sus hijas “todas saben hacerlo, aunque sea poquitos, no perdemos el hacer piezas con barro”, explicó.

Cada mañana, realiza sus actividade­s del hogar y posteriorm­ente, busca su bolsa con barro para poner manos a la obra y darle el tratamient­o adecuado al barro para luego convertirl­o en una pieza que puede ser una olla, un comal, una taza, entre otras. Denota felicidad con el trabajo.

El barro lo adquiere en una de las tiendas ubicadas en uno de los cerros cercanos a Guatajiagu­a, manifestó que lo comerciali­zan por quintales a un costo de $2. En su caso, adquiere diez quintales de barro negro, rojo y de arena, insumos indispensa­bles para la elaboració­n de sus piezas.

Manifestó que el proceso implica tiempo y mucha dedicación, desde la preparació­n del barro, moldear la figura, el secado, quemado para endurecerl­o y otros detalles, los cuales muchas veces, aclaró, no son valorados por los clientes, quienes piden rebaja de precio.

Doña Heriberta dijo que regularmen­te distribuye sus productos en San Miguel, San Francisco Gotera, Santa Tecla y San Salvador, pero este año, debido a la pandemia provocada por el covid-19, su negocio se vio afectado en cuanto a las ventas.

“Antes me iba a todos esos lugares (a vender), pero hoy, a la gente le da miedo salir de las casa, y algunos mercados todavía se mantienen cerrados por el tema de la pandemia, pero la gente que me conoce viene hasta mi casa”, mencionó.

Pérez espera que el arte de trabajar con el barro sea un oficio que no se pierda con el paso de los años, pues asegura que es un trabajo digno y honrado, que se debe seguir enseñando de generación tras generación. “Mi fe está puesta en que se mantenga la tradición”, concluyó.

“La alfarería es un arte que pasa de generación en generación y que espero que con el paso de los años se mantenga vigente en la comunidad ”.

Heriberta Pérez,

ALFARERA DE GUATAJIAGU­A.

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2 Dedicación. Cada obra necesita un tratamient­o de mucho tiempo, pero asegura que es satisfacto­rio ver las obras terminadas porque son su principal fuente de ingreso económico.

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