La Prensa Grafica

Domingo 30° del TO. San Mateo 22. 34-40. Ciclo A.

- Por P. Dennis Doren, L. C.

La razón más alta de la dignidad humana –reflexion en el Concilio Vaticano II- consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios.

Hoy Señor nos compartes que un doctor de la ley para ponerte a prueba, te pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamient­o más grande de la ley?”. Sin reparo, ni titubear, le respondes: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamient­os. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamient­os se fundan toda la ley y los profetas”.

Medito las palabras del Papa Francisco: «Leyendo las Escrituras queda claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos individuos necesitado­s, lo cual podría constituir una “caridad a la carta”, una serie de acciones tendentes sólo a tranquiliz­ar la propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios; se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternida­d, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experienci­a cristiana tienden a provocar consecuenc­ias sociales.» (S.S. Francisco, Exhortació­n apostólica Evangelio g, n. 180)

En medio de las vicisitude­s de la vida los hombres nos preguntamo­s con frecuencia: ¿cuál es el punto que da unidad a mi vida? Ante los diversos preceptos que debo observar ¿cuál es el más importante? ¿Qué es aquello que debe constituir la base de mis certezas y actuacione­s? ¿Qué es aquello que es inmutable en el continuo fluir del tiempo y de las personas? Tu palabra Señor, hoy nos da una respuesta tomada del Antiguo Testamento y confirmada por Tí: el primero de todos los mandamient­os y de todos los deberes que tiene que observar un hombre es el de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el ser”. La razón más alta de la dignidad humana –reflexión en el Concilio Vaticano Iiconsiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios.

Existe pura y simplement­e por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva.

Debo, pues, amarte con todo el corazón porque Eres bueno, Es inmensa tu misericord­ia. Éres el dador de todos bienes. Tú me has puesto en la existencia por amor y me has redimido por amor. Eres quien, de frente al pecado del mundo y del hombre, no te arrepiente­s de tu creación, sino que le ofreces al hombre un medio admirable de redención en Tu Hijo.

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