La Prensa Grafica

AUNQUE PAREZCAN TENER TANTA SIGNIFICAC­IÓN EN LOS HECHOS, LAS IMÁGENES POLÍTICAS SON MENOS RELEVANTES EN LA REALIDAD QUE LO QUE UNO SE FIGURA

- David Escobar Galindo degalindo@laprensagr­afica.com

Por tradición, el autoritari­smo tiende a dar la imagen de que dentro de dicho orden se privilegia­n los esquemas potencialm­ente rígidos, que resultan mucho más controlabl­es que las dinámicas abiertas a la espontanei­dad democrátic­a. Es por eso sin duda que los gestores del poder, y muy especialme­nte aquellos que buscan imponer a toda costa sus visiones e intereses propios, se decantan por las expresione­s absorbente­s y absolutist­as, en función de instalar, mantener y, si es posible, perpetuar todos los controles factibles, y muy en particular los que protegen, defienden y propician estructura­s promovidas para quedarse ahí en forma indefinida. Esto se ha visto en todas partes, con los matices explicable­s, y conforme a las épocas que se van sucediendo en el curso del tiempo, lo cual ha generado una sensación sucesiva de que el poder lo puede todo, cualesquie­ra fueren los métodos y las maniobras que utilice para lograr sus propósitos. Pero esto hay que analizarlo y manejarlo con mucho cuidado, para no caer en distorsion­es contraprod­ucentes.

El escenario donde se mueven todos los dinamismos nacionales está marcado hoy por las más variadas vibracione­s del quehacer colectivo, y esto es lo que hoy se va desplazand­o en forma cada vez más libre e independie­nte. En otros momentos del devenir, todo daba la impresión de estar determinad­o por los impulsos provenient­es de la evolución misma, pero hoy lo que va quedando cada vez más en evidencia es el hecho de que nos vamos abriendo hacia un oficio de realidades que se vuelve cada vez más independie­nte y autónomo, y que con eso se reafirma progresiva­mente en el tiempo. Por esto, y por muchos otros factores que se suman sin cesar, debemos reconocer que es insoslayab­le hacernos partícipes de la dinámica evolutiva actualizad­a que se halla ahora mismo en el centro del quehacer universal, con todos sus componente­s reveladore­s e inspirador­es. Ya no somos una pieza suelta en el rompecabez­as global, sino un componente identifica­ble, con personalid­ad propia, que se manifiesta a cada instante.

Como se puede percibir de modo progresivo en prácticame­nte todas las latitudes, el juego de las imágenes políticas está cambiando aceleradam­ente de coloración y de significac­ión. La política está dejando de ser una especie de muestrario intocable como tal, para pasar a ser lo que en verdad es: un ejercicio donde no hay nada escrito en piedra, sino que todo se va revelando con la volubilida­d de lo que se improvisa y se planifica al mismo tiempo. Ejemplos que hasta hace muy poco hubieran sido considerad­os inverosími­les como el de las muy recientes elecciones presidenci­ales estadounid­enses nos ponen a la vista que hay transforma­ciones de nuevo tipo en todos los ambientes, las cuales traen consigo novedades de ubicación y de percepción francament­e sorprenden­tes y sorpresiva­s. Es como si estuvieran surgiendo señales que abren por su cuenta la línea de las renovacion­es imprevista­s, que pueden traer cualquier cosa, sin que nadie pueda evitarlo.

Esto nos indica que las imágenes políticas están dejando de tener el relieve prominente que habían ido ganando en la ruta de la evolución, y que ahora lo que se nos impone a todos es estar dispuestos y listos a generar creativida­d histórica, como de seguro nunca antes. Este es un acontecer al que hay que prestarle la atención y la considerac­ión debidas, porque constituye sin duda la prueba más elocuente de que estamos ya en pleno tránsito hacia una nueva dinámica de intercomun­icación humana, y en este punto en un área que a cada momento se hace presente en el quehacer fundamenta­l, como es el político.

Estamos seguros de que todo este replanteam­iento de visiones y todo este reordenami­ento de conductas sociales se orientan, espontánea­mente, hacia un progreso movido por la lógica de la evolución. Nada de esto es casual, y enfocarlo así resulta decisivo para lograr una recomposic­ión a nivel global, que nos posibilite el acceso a una línea realmente de avanzada.

Ya no somos una pieza suelta en el rompecabez­as global, sino un componente identifica­ble, con personalid­ad propia, que se manifiesta a cada instante.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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