AUNQUE PAREZCAN TENER TANTA SIGNIFICACIÓN EN LOS HECHOS, LAS IMÁGENES POLÍTICAS SON MENOS RELEVANTES EN LA REALIDAD QUE LO QUE UNO SE FIGURA
Por tradición, el autoritarismo tiende a dar la imagen de que dentro de dicho orden se privilegian los esquemas potencialmente rígidos, que resultan mucho más controlables que las dinámicas abiertas a la espontaneidad democrática. Es por eso sin duda que los gestores del poder, y muy especialmente aquellos que buscan imponer a toda costa sus visiones e intereses propios, se decantan por las expresiones absorbentes y absolutistas, en función de instalar, mantener y, si es posible, perpetuar todos los controles factibles, y muy en particular los que protegen, defienden y propician estructuras promovidas para quedarse ahí en forma indefinida. Esto se ha visto en todas partes, con los matices explicables, y conforme a las épocas que se van sucediendo en el curso del tiempo, lo cual ha generado una sensación sucesiva de que el poder lo puede todo, cualesquiera fueren los métodos y las maniobras que utilice para lograr sus propósitos. Pero esto hay que analizarlo y manejarlo con mucho cuidado, para no caer en distorsiones contraproducentes.
El escenario donde se mueven todos los dinamismos nacionales está marcado hoy por las más variadas vibraciones del quehacer colectivo, y esto es lo que hoy se va desplazando en forma cada vez más libre e independiente. En otros momentos del devenir, todo daba la impresión de estar determinado por los impulsos provenientes de la evolución misma, pero hoy lo que va quedando cada vez más en evidencia es el hecho de que nos vamos abriendo hacia un oficio de realidades que se vuelve cada vez más independiente y autónomo, y que con eso se reafirma progresivamente en el tiempo. Por esto, y por muchos otros factores que se suman sin cesar, debemos reconocer que es insoslayable hacernos partícipes de la dinámica evolutiva actualizada que se halla ahora mismo en el centro del quehacer universal, con todos sus componentes reveladores e inspiradores. Ya no somos una pieza suelta en el rompecabezas global, sino un componente identificable, con personalidad propia, que se manifiesta a cada instante.
Como se puede percibir de modo progresivo en prácticamente todas las latitudes, el juego de las imágenes políticas está cambiando aceleradamente de coloración y de significación. La política está dejando de ser una especie de muestrario intocable como tal, para pasar a ser lo que en verdad es: un ejercicio donde no hay nada escrito en piedra, sino que todo se va revelando con la volubilidad de lo que se improvisa y se planifica al mismo tiempo. Ejemplos que hasta hace muy poco hubieran sido considerados inverosímiles como el de las muy recientes elecciones presidenciales estadounidenses nos ponen a la vista que hay transformaciones de nuevo tipo en todos los ambientes, las cuales traen consigo novedades de ubicación y de percepción francamente sorprendentes y sorpresivas. Es como si estuvieran surgiendo señales que abren por su cuenta la línea de las renovaciones imprevistas, que pueden traer cualquier cosa, sin que nadie pueda evitarlo.
Esto nos indica que las imágenes políticas están dejando de tener el relieve prominente que habían ido ganando en la ruta de la evolución, y que ahora lo que se nos impone a todos es estar dispuestos y listos a generar creatividad histórica, como de seguro nunca antes. Este es un acontecer al que hay que prestarle la atención y la consideración debidas, porque constituye sin duda la prueba más elocuente de que estamos ya en pleno tránsito hacia una nueva dinámica de intercomunicación humana, y en este punto en un área que a cada momento se hace presente en el quehacer fundamental, como es el político.
Estamos seguros de que todo este replanteamiento de visiones y todo este reordenamiento de conductas sociales se orientan, espontáneamente, hacia un progreso movido por la lógica de la evolución. Nada de esto es casual, y enfocarlo así resulta decisivo para lograr una recomposición a nivel global, que nos posibilite el acceso a una línea realmente de avanzada.
Ya no somos una pieza suelta en el rompecabezas global, sino un componente identificable, con personalidad propia, que se manifiesta a cada instante.