La Prensa Grafica

EMANUEL, “DIOS CON NOSOTROS”

- Jaime Ramírez Ortega

Emanuel es nombre de origen hebreo que significa “Dios con nosotros”, el cual aparece en la Biblia tres veces, dos de ellas en el libro de Isaías (7:14 y 8:8), para hacer referencia a la venida del Señor Jesucristo ocho siglos antes, el cual redimiría a la humanidad de todo pecado, luego aparece en el Evangelio de Mateo (1:23) en el contexto del embarazo de la Virgen María, quien cargó en su vientre al “Salvador de Mundo”; ante este evento sobrenatur­al, un Ángel se le parece a José, y le dice: “No temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”.

En consecuenc­ia esta declaració­n dada en el libro de Isaías 7:14 “Por lo tanto, el Señor mismo te dará una señal: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel”. El nombre de Emanuel profetizó el hecho de que Dios establecer­ía su reino, salvación y protección a toda la humanidad que creyera en nuestro glorioso Señor Jesucristo. Ahora bien, esta declaració­n no es una revelación parcial de Dios con nosotros, sino que significa que Jesús es Dios con nosotros en toda su plenitud: “Porque en Cristo, habita corporalme­nte toda la plenitud de la Deidad”, tal como lo dice la carta de Colosenses 2:9.

De manera que el Señor Jesucristo dejó la gloria del cielo y tomó la forma de un siervo para hacerse obediente hasta la muerte y muerte de cruz, por eso el Padre Eterno le dio un nombre que es sobre todo nombre para que ante Jesucristo se doble toda rodilla de los que están en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra (Filipenses 2: 6-11; Hebreos 4: 15-16). De tal forma que estando en la condición humana, se identificó con nosotros en nuestras luchas, necesidade­s y problemas, en ese sentido el Señor Jesucristo conoce muy bien el sufrimient­o, porque estuvo sujeto a la humanidad.

Así mismo padeció persecució­n de los judíos, por disertar la verdad y desnudar la corrupción religiosa, que oprimía al pobre y a los menos favorecido­s, esta situación incomodó al sanedrín, al grado que conspiraro­n hasta apresar, torturar y asesinar en la cruz de forma violenta a nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo resucitó de entre los muertos y antes de regresar al Padre, hizo esta promesa: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

Entonces ¿quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulació­n, o angustia, o persecució­n, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principado­s, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8: 35-39). Esta es la promesa eterna que hizo para toda la humanidad nuestro Glorioso Señor Jesucristo, sin excepción de persona alguna, por ello este tiempo debería ser para reflexiona­r.

Y entender que la Navidad no representa libertinaj­e, ni fiestas paganas donde no hay límites a los desviacion­es humanas, la Navidad es representa­da por Emanuel, que es Dios con nosotros, es decir la presencia del Señor Jesucristo, para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna.

Estando en la condición humana, se identificó con nosotros en nuestras luchas, necesidade­s y problemas.

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