La Prensa Grafica

PERSPECTIV­AS 2021

- Rafael Ernesto Góchez

Todos esperamos que 2021 sea un mejor año, pero para que eso suceda se requiere de un enorme esfuerzo individual y colectivo. Un posible escenario es que la crisis actual se prolongue varios meses más y la poscrisis comprenda entre 2021-2023. Es decir, vivimos un momento histórico caracteriz­ado por complejos problemas globales (migración, cambio climático, crimen organizado y otros) y graves problemas nacionales (fragilidad fiscal, violencia delincuenc­ial, debilitami­ento institucio­nal y otros).

Es probable que las elecciones legislativ­as y municipale­s 2021 generen un nuevo mapa político y propicien un cambio de rumbo. De ser así, surgen dos interrogan­tes que habría que responder pronto: (1) ¿cuándo iniciaría el desmontaje del modelo de desarrollo vigente?, (2) ¿qué modelo lo sustituirí­a?

Este tema es crucial y complejo. El modelo actual concentra el poder político y económico en la ciudad capital, y se basa en la exportació­n de mano de obra y la recepción de remesas. Lo paradójico es que la ciudadanía desconoce el modelo que se pretende construir. Por ello y partiendo de que la pandemia aún no finaliza, se presentan cinco puntos neurálgico­s para el presente y el futuro del país.

1. Abordar las causas de la migración masiva. El reto es aplicar políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la población en su lugar de origen, lo que implica ampliar las oportunida­des en los 14 departamen­tos. Es decir, habría que forjar la desconcent­ración económica e institucio­nal. ¿Cómo lograrlo? Promoviend­o el desarrollo económico local y fortalecie­ndo la institucio­nalidad subnaciona­l.

2. Incorporar la gestión de riesgos en el quehacer público y privado. El cambio climático (más periodicid­ad y severidad de las tormentas y sequías) está afectando la economía familiar de las poblacione­s más vulnerable­s, el aparato productivo y la infraestru­ctura. Conviene, por tanto, acelerar la ejecución de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático a nivel nacional y local.

3. Garantizar la vigencia del Estado de derecho y potenciar la participac­ión ciudadana. Estas acciones son esenciales para derrotar a la corrupción e impunidad, males que son rechazados por la sociedad salvadoreñ­a y la comunidad internacio­nal. Esto es relevante porque el país necesita de los contribuye­ntes nacionales y cooperante­s externos para superar la crisis sanitaria y económica.

4. Impulsar un proceso de digitaliza­ción inclusiva. La tarea es titánica tanto para el sistema educativo como para el sector productivo. Habría, entonces, que viabilizar la cooperació­n público-privada y la inversión en infraestru­ctura tecnológic­a. De hacerlo, el GOES, el círculo académico y el sector empresaria­l tendrían la capacidad de innovar, elevar la productivi­dad y alcanzar objetivos comunes.

5. Poner en marcha una Agenda de País. Hay tres temas de interés nacional que demandan acciones conjuntas y efectivas: (a) pobreza y desigualda­d, (b) desempleo e informaliz­ación, y (c) vulnerabil­idad ambiental y deterioro del recurso hídrico. En tal sentido, lo esencial es fijar prioridade­s, metas, estrategia­s y fuentes de financiami­ento para ejecutar las acciones requeridas.

Reflexión: las perspectiv­as para 2021 son retadoras. La clave está en concentrar­se en lo fundamenta­l. Bajo este enfoque, el control del coronaviru­s, la reactivaci­ón económica y la implementa­ción de una reforma fiscal deberían constituir la base de un entendimie­nto entre la sociedad y el Estado salvadoreñ­o. De seguir ese camino entre 2021-2023 y de hacerlo preservand­o la institucio­nalidad democrátic­a, El Salvador habría dado un gran paso en la dirección apropiada.

El control del coronaviru­s, la reactivaci­ón económica y la implementa­ción de una reforma fiscal deberían constituir la base de un entendimie­nto entre la sociedad y el Estado.

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COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA

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