PERSPECTIVAS 2021
Todos esperamos que 2021 sea un mejor año, pero para que eso suceda se requiere de un enorme esfuerzo individual y colectivo. Un posible escenario es que la crisis actual se prolongue varios meses más y la poscrisis comprenda entre 2021-2023. Es decir, vivimos un momento histórico caracterizado por complejos problemas globales (migración, cambio climático, crimen organizado y otros) y graves problemas nacionales (fragilidad fiscal, violencia delincuencial, debilitamiento institucional y otros).
Es probable que las elecciones legislativas y municipales 2021 generen un nuevo mapa político y propicien un cambio de rumbo. De ser así, surgen dos interrogantes que habría que responder pronto: (1) ¿cuándo iniciaría el desmontaje del modelo de desarrollo vigente?, (2) ¿qué modelo lo sustituiría?
Este tema es crucial y complejo. El modelo actual concentra el poder político y económico en la ciudad capital, y se basa en la exportación de mano de obra y la recepción de remesas. Lo paradójico es que la ciudadanía desconoce el modelo que se pretende construir. Por ello y partiendo de que la pandemia aún no finaliza, se presentan cinco puntos neurálgicos para el presente y el futuro del país.
1. Abordar las causas de la migración masiva. El reto es aplicar políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la población en su lugar de origen, lo que implica ampliar las oportunidades en los 14 departamentos. Es decir, habría que forjar la desconcentración económica e institucional. ¿Cómo lograrlo? Promoviendo el desarrollo económico local y fortaleciendo la institucionalidad subnacional.
2. Incorporar la gestión de riesgos en el quehacer público y privado. El cambio climático (más periodicidad y severidad de las tormentas y sequías) está afectando la economía familiar de las poblaciones más vulnerables, el aparato productivo y la infraestructura. Conviene, por tanto, acelerar la ejecución de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático a nivel nacional y local.
3. Garantizar la vigencia del Estado de derecho y potenciar la participación ciudadana. Estas acciones son esenciales para derrotar a la corrupción e impunidad, males que son rechazados por la sociedad salvadoreña y la comunidad internacional. Esto es relevante porque el país necesita de los contribuyentes nacionales y cooperantes externos para superar la crisis sanitaria y económica.
4. Impulsar un proceso de digitalización inclusiva. La tarea es titánica tanto para el sistema educativo como para el sector productivo. Habría, entonces, que viabilizar la cooperación público-privada y la inversión en infraestructura tecnológica. De hacerlo, el GOES, el círculo académico y el sector empresarial tendrían la capacidad de innovar, elevar la productividad y alcanzar objetivos comunes.
5. Poner en marcha una Agenda de País. Hay tres temas de interés nacional que demandan acciones conjuntas y efectivas: (a) pobreza y desigualdad, (b) desempleo e informalización, y (c) vulnerabilidad ambiental y deterioro del recurso hídrico. En tal sentido, lo esencial es fijar prioridades, metas, estrategias y fuentes de financiamiento para ejecutar las acciones requeridas.
Reflexión: las perspectivas para 2021 son retadoras. La clave está en concentrarse en lo fundamental. Bajo este enfoque, el control del coronavirus, la reactivación económica y la implementación de una reforma fiscal deberían constituir la base de un entendimiento entre la sociedad y el Estado salvadoreño. De seguir ese camino entre 2021-2023 y de hacerlo preservando la institucionalidad democrática, El Salvador habría dado un gran paso en la dirección apropiada.
El control del coronavirus, la reactivación económica y la implementación de una reforma fiscal deberían constituir la base de un entendimiento entre la sociedad y el Estado.