DOS DÉCADAS
Faltan pocas horas para que finalice la segunda década del siglo XXI. Un periodo en el que hemos presenciado cambios vertiginosos que han transformado la historia de la humanidad, se ha alterado el orden mundial, han surgido nuevos liderazgos políticos, sociales y empresariales, nuevas tendencias en los negocios y los patrones de consumo, y en América Latina seguimos presenciando grandes perturbaciones que continúan perjudicando el desarrollo de los países, los cuales impiden que vayan evolucionando al ritmo que observamos en otras latitudes y que la región tenga una posición relevante, unificada y respetada en los foros internacionales donde se analiza la problemática del mundo y se proponen cambios para mejorarlo.
En este periodo ha habido tres grandes crisis que impactaron y cambiaron el mundo. El ataque terrorista a las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, la crisis financiera de 2008 y el ataque de un virus que la humanidad ha soportado desde noviembre de 2019 que ha provocado la pandemia por coronavirus.
El ataque terrorista en Estados Unidos amenazó la seguridad mundial, provocó una guerra de grandes proporciones, impactó y transformó notablemente la industria aérea, y todos hemos constatado cómo alteró la forma de viajar por la implementación de nuevas medidas de seguridad en aviones y aeropuertos.
La crisis que provocó el colapso del sistema financiero internacional en 2008 ocasionó un serio problema de liquidez, confianza y estabilidad que causó una severa contracción económica en todo el mundo.
Finalmente, la pandemia por el covid-19 ha sumido al planeta en la peor crisis económica que ha tenido en los últimos 100 años, tendrá un serio impacto para continuar avanzando en la erradicación de los niveles de pobreza y desigualdad en el mundo, y hemos visto una carrera sin precedentes en las investigaciones científicas para conocer el fenómeno y encontrar tratamientos y vacunas para aliviar, sanar y proteger de la enfermedad. Por otra parte, es una emergencia que desnudó las carencias e insuficiencias de todos los sistemas de salud, y principalmente en los países con menores niveles de desarrollo, ha provocado un incremento desmesurado en los niveles de endeudamiento. Los efectos de la crisis perdurarán durante mucho tiempo, y obligarán a que los organismos financieros internacionales revisen los programas de ayuda, y se encuentren salidas para que los problemas de deuda no vayan a profundizar los problemas de pobreza, desigualdad, exclusión, degradación ambiental y seguridad que tienen los países.
El gran fenómeno que ha caracterizado las primeras décadas del siglo XXI y que ha propiciado los mayores avances en la historia de la humanidad desde el inicio de la revolución industrial en el siglo XVIII ha sido la cuarta revolución industrial que ha marcado avances tecnológicos en una serie de campos. Hemos visto cómo se han transformado las comunicaciones, el surgimiento y la penetración en todos los estratos sociales de los teléfonos inteligentes, la digitalización de todos los servicios y la explosión de las redes sociales. Es un fenómeno que ha transformado los modelos de vida, producción, trabajo, y de negocios de todas las industrias. Hemos visto el crecimiento exponencial de empresas como Amazon, Microsoft y Apple y nuevos emprendimientos como Airbnb, Netflix y Uber. Son empresas donde el factor de éxito ha sido la innovación para facilitar el acceso a los servicios, y tenerlos disponibles y abiertos las 24 horas, los 7 días. En las últimas décadas del siglo XX las empresas más grandes del mundo pertenecían a la industria automotriz y petrolera. Hoy son las empresas tecnológicas.
A nivel mundial hemos visto en estas dos décadas la consolidación del poder económico de China, el fortalecimiento de la Comunidad Económica Europea con la unificación monetaria que significó la implementación del Euro en 2002 y que los países asiáticos han sostenido la mejoría en sus niveles de desarrollo. En los liderazgos mundiales hemos visto el protagonismo de personalidades como Angela Merkel en Alemania, Barack Obama en Estados Unidos, Xi Jinping en China, Vladimir Putin en Rusia y el papa Francisco, como líder de la Iglesia católica.
Mientras el mundo ha tenido los notables avances que han llevado crecimiento económico, superación y prosperidad a sus pueblos, en toda América Latina y El Salvador nuevamente hemos vivido dos décadas perdidas con los mismos problemas estructurales que han caracterizado a la región, y que tristemente no podemos corregir y superar: corrupción, narcotráfico, populismo, mediocridad de la clase política, debilidad institucional, liderazgos nocivos e inestabilidad política. Hemos visto el drama que viven los pueblos, principalmente en Venezuela donde en estas dos décadas perdieron toda su riqueza petrolera y es un país sumido actualmente en el más execrable atraso y miseria. Es un panorama sombrío que debe obligar a hacer un replanteamiento de los programas de asistencia y colaboración de la comunidad internacional para que no se continúe dilapidando tantos recursos que la región recibe. Encontrar soluciones para resolver esta seria problemática es lo que debe marcar la Agenda de los próximos años.
En toda América Latina y El Salvador, nuevamente hemos vivido con los mismos problemas.