LA TÉCNICA DE LA “ATENCIÓN PLENA” (MINDFULNESS) Y SU PODEROSO IMPACTO EN LA SALUD FÍSICA Y MENTAL
El mindfulness o “atención plena” es una práctica para desarrollar la capacidad humana de enfocarnos en el presente, prestar atención de manera consciente a la experiencia del “aquí y ahora” con interés, curiosidad y aceptación.
El médico neurocientífico Mario Alonso Puig, en su libro “Tómate un respiro”, plantea que encontrar momentos para estar a solas y recogerse en la quietud y en el silencio, al menos entre 10 y 20 minutos al día, es necesario para mantenerse sano y equilibrado.
Nuestra mente constantemente está atendiendo pensamientos sobre el pasado o el futuro, lo que impide que prestemos total atención al ahora. Cuando nos lleva al pasado es para lamentarnos de algo que hicimos o que dejamos de hacer; cuando nos lleva al futuro, es para generarnos preocupación y ansiedad.
La “Atención Plena” es utilizada médicamente para ayudar a aliviar padecimientos físicos como enfermedades del corazón, presión arterial, dolor crónico, dificultades gastrointestinales, entre otros. También es utilizada por psicoterapeutas para tratar padecimientos como depresión, insomnio, trastornos alimenticios, estrés, abuso de sustancias, ansiedad, conflictos de pareja y trastornos obsesivos compulsivos. A través de las prácticas contemplativas se empiezan a sanar heridas emocionales que se produjeron muchas veces cuando éramos niños y de las cuales no somos conscientes.
La técnica es desconcertantemente sencilla; se puede hacer sentado o acostado. Consiste en respirar lenta y profundamente. Al aspirar contamos 1 y 2. Al espirar contamos 1. Eso es todo; siendo conscientes del aire que entra y sale de nuestros pulmones, de las sensaciones de nuestro cuerpo (picazón, leve ardor, hormigueo, etcétera), desde los pies hasta la cabeza, sin emitir juicios, pensamientos o sentimientos.
Al hacer este entrenamiento de la atención hay un momento en el que la mente se aquieta y, aunque siguen surgiendo pensamientos, los vemos pasar, pero ya no nos atrapan. Al aquietarnos desaparece cualquier sensación de amenaza. La práctica del mindfulness nos conecta con nuestro ser interior y con ese “Ser Supremo” que nos hace sentirnos protegidos y amados.
Cuando nos sentimos amenazados por los demás, nuestra fisiología cambia radicalmente, al activarse el sistema simpático, que es el “piloto de alarma” o el “detector de peligro” generando sustancias muy dañinas para gran número de células del organismo, produciéndose enfermedades, deterioro de los tejidos y envejecimiento precoz.
Resulta inspirador saber que cuando una persona no se siente amenazada sino, más bien, amada. Cuando existe una voluntad de acercamiento, conexión emocional y colaboración, algo sorprendente pasa en su cuerpo, se activa el sistema nervioso parasimpático, el cual juega un papel fundamental en el mantenimiento de la función celular y en la reparación de los tejidos.
El cardiólogo Herbert Benson, de la Universidad de Harvard en Boston, en los años setenta, aliviaba la hipertensión de sus enfermos enseñándoles a contar mentalmente las respiraciones para no dejarse absorber por pensamientos automáticos. Esto calmaba su mente y se activaba el sistema parasimpático.
En el sueño también se activa este sistema favoreciendo la reparación psicológica y física del organismo. No dormir lo suficiente (7 u 8 horas diarias) reduce la capacidad de concentración y disminuye el sosiego, con las consecuencias negativas que esto conlleva.
Esta es una herramienta realmente valiosa y al alcance de todos. El poder de nuestra salud mental y física está dentro de nosotros mismos. El gran Hipócrates exhortaba a que no nos olvidáramos del poder sanador de nuestro cuerpo.
Resulta inspirador saber que cuando una persona no se siente amenazada sino, más bien, amada. Cuando existe una voluntad de acercamiento, conexión emocional y colaboración, algo sorprendente pasa en su cuerpo.