OIGAMOS CON OÍDO CADA VEZ MÁS ATENTO Y AUDAZ TODAS LAS VOCES DE LA ÉPOCA
Venimos de un larguísimo tiempo en que la realidad, en prácticamente todas sus expresiones, parecía y se sentía determinada por voluntades específicas, bajo el signo absorbente del poder acaparador al máximo. Dicho poder tenía expresiones políticas y económicas de enorme fuerza, y en su base estaba una tradición arraigada hasta lo más profundo del ser y del quehacer nacionales. Pero el fenómeno renovador que llega irá, de seguro, tomando forma conforme a los dinamismos del presente, de cara a un futuro que anuncia novedades abiertas tanto a lo conocido como a lo desconocido. Nos toca, entonces, con apremio inocultable, disponernos a ser partícipes de la evolución en todos los aspectos y dimensiones que se ponen de manifiesto en estos días. Esto hay que asumirlo, pues, como una tarea compartida, en la que cada quien tiene un rol preciso y determinante. Estamos rodeados de voces que traen un mensaje para cada uno de nosotros, y sólo cuando nos disponemos a escucharlas, a descifrarlas y a darles cabida en nuestra conciencia podemos empezar a ser sujetos de verdadera inspiración. Todas las sorderas tradicionales deben quedar reducidas a velos inútiles. Lo que hoy se impone es el compromiso con las potencias espontáneas del espíritu, que son lo más natural que existe. Desde ahí nos hablan las voces más fecundas de la época, cuyos mensajes son otra expresión de la voluntad global que por ventura nos está tocando vivir expansivamente en los días que corren y con ferviente proyección hacia adelante.