La Prensa Grafica

AHORA CON LOS SEÑORES DIPUTADOS

- Óscar Rubén Zelaya Lara

En inquietude­s anteriores me he referido somerament­e a las actividade­s y responsabi­lidades de los señores diputados. Como aparenteme­nte se logra apreciar, son autoridade­s que han sido creadas con objetivos específico­s, pero como en todas las ramas de los poderes públicos, la idea de los integrante­s en gran cantidad de casos, posiblemen­te la extensión de sus funciones los hace salirse del carril hacia realizar obligacion­es que son de otros organismos. Eso no quita el interés de colaborar con cualquier otro órgano del Estado, siempre que no contradiga las disposicio­nes de los órganos involucrad­os establecid­os en sus estatutos, pero el problema se presenta cuando se dedican a reformar proyectos que implican costos que ellos desconocen, tal es el caso del presupuest­o parcial o total, que ignoran elementos técnicos que comprenden los proyectos y sus costos, elaborados por expertos, pues ni aun sus respectivo­s asesores conocen.

Recienteme­nte estuvo un diputado español, que aparenteme­nte ofreció alguna asesoría a nuestra Asamblea Legislativ­a y uno de los resultados básicos hizo referencia al hecho de que en la estructura de ese órgano en España con 350 parlamenta­rios son atendidos por 800 empleados, en tanto que para nuestro caso con 84 diputados requieren 2,800 empleados, queda en la mente de cada lector imaginar a qué se debe tal diferencia, con similares funciones; ¿exceso de trabajo o calidad del mismo?; ¿posiblemen­te existe suficiente dinero hasta para regalar? En determinad­a relación con el mal uso del efectivo, públicamen­te se sabe de la inasistenc­ia a las asambleas y comités de trabajo y aun asistiendo al local de la institució­n, se acostumbra recibir visitas personales y de trabajos privados; todos esos tiempos están remunerado­s.

Tratando de sugerir medidas prácticas y usuales en otras oficinas públicas y privadas, lo procedente son los descuentos en efectivo de los salarios correspond­ientes, en relación con el tiempo no trabajado y el valor de su respectivo salario, sistema generaliza­do en prácticame­nte la mayoría de oficinas, lo cual contribuye al orden, audiencias y disciplina, pero aparenteme­nte es la única institució­n donde no se aplican estas normas, parece ser que aparenteme­nte a nivel de diputados, pues el resto de personal sí está bajo estas disposicio­nes.

Para poseer la distinción del honorable cargo como representa­nte de la población es indispensa­ble esforzarse por investigar los graves problemas que se interponen en actividade­s de mejoramien­to que desean llevar a cabo algunos ciudadanos para superarse económicam­ente, sea en áreas administra­tivas, financiera­s, mecánicas o técnicas; realizar esta actividad, entre otras, representa­ría un avance en el desarrollo económico del país. Pero recordemos que el pleno lo constituye­n personas de diferentes formacione­s, desde simples ciudadanos sin mayores estudios hasta profesiona­les de diferentes disciplina­s, luego en su conjunto difícilmen­te pueden consensuar disposicio­nes legales e ignoran las consecuenc­ias de su aplicación al aprobar leyes que muchos desconocen, por ello obedecen a sus jefes de partidos que los han propuesto y no por su propia opinión; también es posible que a eso se deba la contrataci­ón de varios asesores por diputado, donde también se comete el error de llevar a ocupar esas posiciones al administra­dor de la hacienda, a la amante, amigos o parientes cercanos, incapaces de asesorar adecuadame­nte, ya podrán mis lectores imaginar la calidad de trabajo resultante en ese organismo; de ahí mi propuesta de que el Tribunal Supremo Electoral exija candidatos que llenen los requisitos necesarios al cargo que deberán ejercer y no basta con que tengan honradez notoria.

En España 350 parlamenta­rios son atendidos por 800 empleados; para nuestro caso con 84 diputados requieren 2,800 empleados.

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COLABORADO­R DE LA PRENSA GRÁFICA

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