La Prensa Grafica

¿QUO VADIS USA?

- David Hernández

La política, arte de lo posible, es una tarea titánica para el cuatrienio de Joe Biden, en quien los salvadoreñ­os confiamos que prolongue el TPS.

El asalto al Capitolio en Washington por las hordas trumpeanas el pasado 6 de enero es un macabro regalo de Reyes Magos que refleja la polarizaci­ón reinante en la democracia más poderosa del mundo. El trumpismo llegó para quedarse, como lo atestiguan más de 74 millones de votos recibidos en las pasadas elecciones; Joe Biden ganó con 81 millones de votos; un saldo de 306 votos electorale­s contra 232.

Sin embargo, el inicio del enjuiciami­ento político a Donald Trump por parte de la Cámara de Representa­ntes luego de los incidentes del Capitolio es un golpe a las aspiracion­es del trumpismo de perpetuars­e como movimiento de masas más allá del actual mandato y convierte a Donald Trump en el único presidente en ser sometido a un juicio político dos veces durante su gestión.

Se alega que los WASP (White Anglosaxon Protestant, angloestad­ounidenses protestant­es blancos), que constituye­n el 70 % de la población, apoyan a Trump. Sin embargo ello es relativo porque en realidad solo los supremacis­tas blancos, que están muy bien organizado­s, hay que decirlo, se han alineado incondicio­nalmente con Donald Trump. Pero los supremacis­tas no son mayoría entre los WASP, sino una insignific­ante minoría.

El nuevo escenario refleja un giro de intereses geopolític­os; Trump fue incapaz de resolver las disputas con China, camino de convertirs­e en hiperpoten­cia mundial en detrimento de Estados Unidos. Lógicament­e, hay acercamien­tos de China con Biden ahora que tomará posesión, a pesar del escepticis­mo que en un principio reinó. Igual de parte de Biden hacia Rusia, como lo muestra la propuesta de postular al exembajado­r de EUA en Moscú entre 2005 y 2008 William Burns, experto en el espacio post soviético y el Oriente Medio, como futuro director de la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA).

No será fácil para Biden esta legislatur­a, teniendo en cuenta que ha confesado que no piensa reelegirse, por su edad (78 años), y que la vicepresid­enta, Kamala Harris, pertenece a una minoría étnica. El Partido Demócrata y el Republican­o están divididos internamen­te en un momento cuando ya comenzó la carrera por la elección presidenci­al de 2024.

Joe Biden fue el único candidato capaz de lograr la no muy fácil tarea de alcanzar un consenso mínimo entre todas las fracciones del Partido Demócrata para su candidatur­a.

Por lo cual el delfín o la delfina que él designe contará con un fuerte apoyo entre las bases del Partido Demócrata en las presidenci­ales de

2024.

La agenda política global de Joe Biden difiere de la de su antecesor. Es un abierto partidario del multilater­alismo, de la cooperació­n con los organismos internacio­nales y con sus socios estratégic­os. Para ello retornará a Estados Unidos al Acuerdo sobre el Clima de París, a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) y reforzará la cooperació­n con los europeos del Pacto de la Alianza del Atlántico del Norte (OTAN).

Respecto a Latinoamér­ica, legalizará casi un millón de jóvenes soñadores, (dreamers) y prolongará el TPS.

La política, arte de lo posible, es una tarea titánica para el cuatrienio de Joe Biden, en quien los salvadoreñ­os confiamos que prolongue el TPS y legalice a más de un millón de compatriot­as residentes en EUA desde hace años; y cuya prioridad debe ser tender puentes, lograr consensos, diálogo y concordia, por el bien de EUA, Latinoamér­ica y el mundo.

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