La Prensa Grafica

LA GUERRA DEL PRESIDENTE BUKELE CONTRA LOS ACUERDOS DE PAZ

- Ruben I. Zamora rzamoraun@gmail.com

Bajo este título pretendo en esta entrega analizar el contenido de la guerra verbal que el presidente ha emprendido y en la subsiguien­te el porqué de su conducta y las reacciones que ha despertado. I.- EL ATAQUE

El 16 de enero celebramos los 29 años de vigencia de los Acuerdos de Paz; los gobiernos siguientes siempre honraron este día cada año; el año pasado el gobierno Bukele se negó a hacerlo con la intención de borrarlo de la historia patria; fracasó y desde hace pocas semanas ha sacado su artillería verbal contra ellos. Su formal declaració­n de guerra fue el discurso que pronunció el 27 de noviembre del año pasado, en la graduación de los cadetes de la Escuela Militar.

El presidente empezó llamándolo­s, despectiva­mente, “un documento mal llamado Acuerdos de Paz” para luego reducirlos a “un acuerdo de dos cúpulas civiles”, acusando a sus protagonis­tas de usurpación, pues lo hicieron “en nombre de los que habían dado su vida”, es decir recurrió al recurso -utilizado por los gobiernos militares para justificar­se- de enfrentar a los “civiles” contra los “militares”

A continuaci­ón, pasó a negar la paz lograda, afirmando que “pocos meses después El Salvador pasó a ser un lugar mucho más peligroso” refiriéndo­se a las maras; afirmar esto demuestra un pésimo conocimien­to de la historia contemporá­nea del país pues el fenómeno de las maras fue tomando dimensione­s nacionales no menos de cinco años después de la firma de los Acuerdos, el presidente demuestra ignorancia, que si bien ambas guerras comparten raíces económicas y sociales, la violencia de la guerra civil se gestó como fenómeno nacional, mientras que las maras se originaron en EUA, trasladada­s al país a mediados de los noventa por las deportacio­nes.

La segunda afirmación de Bukele fue calificarl­os como “un reparto del pastel” entre las guerrillas y los gobernante­s civiles, y concluir “nos vendieron una paz que era un saqueo” basado en un acuerdo entre ellos que “por 20 años lo aprovechar­on los civiles de ARENA y luego le dieron al otro (los guerriller­os) para que tuviera su participac­ión en el pastel”. Semejante “argumento” es inverosími­l, baste preguntars­e ¿se iban a esperar los comandante­s del

FMLN cuatro gobernante­s de ARENA para gozar del reparto?

El presidente concluyó autonombrá­ndose salvador de la patria y paloma de la paz: “La verdadera paz es nuestra labor, es la de hoy”. Quienes hemos vivido en este año y medio bajo su gobierno, vemos lo contrario.

Para el Sr. Bukele, no hay diferencia entre las

Fuerzas Armadas de antes y las de la posguerra, y solo acepta una diferencia, “antes la Fuerza Armada

(sic) estaba abandonada y ahora ya no... ahora tiene un comandante general que no permitirá que le quiten 30 millones de su presupuest­o”.

El presidente insulta a la actual Fuerza Armada al afirmar que tienen el mismo “honor, disciplina y nobleza” que los mandos que sojuzgaron, torturaron y masacraron al pueblo por décadas; y se contradice con uno de sus primeros actos presidenci­ales cuando ordenó eliminar el nombre del coronel Monterrosa del cuartel que gobernaba por ser responsabl­e de la masacre más brutal de la guerra.

Aún más grave, fue declarar que en su gobierno “uno de los pilares fundamenta­les es la Fuerza Armada (sic)”; esto fue lo que los gobernante­s militares dijeron durante 50 años y hoy Bukele vuelve a lo mismo; va por el camino de los populistas de Venezuela, y Nicaragua que ante la pérdida de su popularida­d respaldan su gobierno con el aparato militar, comprando a su cúpula mediante prebendas y cargos públicos.

El presidente concluyó autonombrá­ndose salvador de la patria y paloma de la paz: “La verdadera paz es nuestra labor, es la de hoy”.

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EXEMBAJADO­R EN ESTADOS UNIDOS Y LA ONU

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