MIGRACIÓN, EL ELEFANTE EN EL CUARTO
EL LEGADO DE TRUMP: HIZO LO POSIBLE POR DESMANTELAR CASI POR COMPLETO EL SISTEMA DE BENEFICIOS AL QUE PODÍA OPTAR MILES DE MIGRANTES SIN DOCUMENTOS.
“Volveremos a la política del garrote y la zanahoria: obligar a los gobiernos de C.A. a ser menos tolerantes con la corrupción a cambio de cooperación”
Don Nelson* y su esposa llegaron a mediados de marzo pasado a la oficina de una de las cinco fundaciones del área metropolitana de Washington, DC designadas para repartir entre trabajadores indocumentados cinco millones de dólares que la alcaldía acababa de poner a disposición de migrantes indocumentados residentes en la capital estadounidense. Aquel día, don Nelson no pudo llevarse los mil dólares que le tocaban del paquete de ayudas, que aún no había sido desembolsado.
Del anuncio de las ayudas que hizo la alcaldesa Muriel Browser a poco de que la ciudad cerrará casi por completo por la pandemia de coronavirus a la entrega del dinero pasaron algunas semanas, durante las que migrantes como don Nelson tuvieron que seguir en la búsqueda diaria de sustento en circunstancias adversas: a su condición de indocumentados tenían que sumar, entonces, las restricciones por el coronavirus y el cierre gradual de fuentes de empleo en los sectores de servicios y hostelería, los más poblados por salvadoreños en la zona.
De aquella primera visita en busca del dinero, don Nelson y su esposa salieron, sí, con la promesa de que una vez los fondos estuvieran disponibles, los tendría.
A falta de ingresos regulares, los recibos pendientes de pago se empezaron a apilar y el poco dinero que ingresaba se iba, en los hogares latinos, al pago de alimentación y transporte. En esas circunstancias, los mil dólares de la alcaldía llegaron a muchos como alivio temporal que les permitió, sobre todo, pagar al menos parte de una mensualidad atrasada de alquiler para evitar desalojo. En el área metropolitana de Washington, la renta mensual de un apartamento de dos cuartos oscila entre $1,000 y $2,000.
Para alguien como don Nelson, un hombre mayor de 60 años que no podía darse el lujo de dejar de trabajar y quien tuvo que navegar en la economía del Distrito de Columbia indocumentado, ayudas como las que puso a disposición la alcaldía de Washington han sido escasas, sobre todo en los años del trumpismo.
Dicho está hasta la saciedad que la principal herencia de Trump fue el desmantelamiento de los pocos beneficios con los que contaba gente como don Nelson
Joseph Biden jura hoy como presidente con ese tema, el migratorio, entre las prioridades.
Ayer mismo, varios de los asistentes de Biden filtraron al Washington Post más elementos de la propuesta migratoria que el nuevo mandatario piensa enviar esta misma tarde al Congreso, y que está basada en tres ejes: abrir un camino a la regularización de migrantes indocumentados que ya están en Estados Unidos, atacar las causas que provocan la migración -sobre todo en el Triángulo Norte de C.A.-, y trabajar en la seguridad fronteriza.
El primer eje parece el más novedoso y atrevido, sobre todo porque incluye la posibilidad de reducir los tiempos de adquisición de ciudadanía a un lustro -ahora el promedio es de 12 años- y ofrecer residencia inmediata a beneficiarios de TPS y los de DACA.
Los otros dos ejes recuerdan a la política de las administraciones de Barack Obama, que hicieron énfasis en las medidas anticorrupción en Centroamérica como parte del plan para evitar la migración, pero mantuvieron deportaciones.
“Creo que volveremos a la política del garrote y la zanahoria: obligar a los gobiernos centroamericanos a ser menos tolerantes con la corrupción a cambio de coope ración”, dice al respecto un asesor del Pentágono que habló bajo condición de anonimato.
Desde la sociedad civil hay, en Washington, expectativas de que la parte punitiva en el tema de la reducción de los flujos migratorios no se anteponga a la de los beneficios a los migrantes. “No creo que para ellos venga antes el tema de la seguridad fronteriza antes que lo demás, como pasó con Obama”, comenta un miembro de la sociedad civil que ha estado en discusiones con asesores de Biden.
Para el nuevo gobierno y la nueva mayoría demócrata en el congreso no será fácil encontrar balances, sobre todo en una sociedad que ha quedado tan polarizada.
“Está claro que los flujos van a crecer y la gente de Biden lo sabe. En su narrativa política no van a querer aparecer como insensibles a una potencial crisis humanitaria en Centroamérica, pero tampoco querrán abrir las fronteras de par en par. Es una posición política difícil”, asegura el miembro de la sociedad civil.
Hay, en Washington, alguna esperanza de que el péndulo político cambie, aunque sea de a poco, en favor de inmigrantes indocumentados. El tiempo, sin embargo, no siempre es un lujo que gente como don Nelson tenga.
En junio del año pasado, la esposa de don Nelson volvió, sola, a la oficina donde le entregarían el dinero a su marido. Don Nelson, que había tenido que salir a trabajar durante la pandemia, se infectó de coronavirus y murió antes del desembolso.
*El nombre real del protagonista de la historia se cambió por respeto a su privacidad.
Por Héctor Silva Ávalos Enviado a Washington