VIEJOS CONOCIDOS EN EL NUEVO GOBIERNO
Varios funcionarios que se harán cargo de las relaciones con C.A. ya están familiarizados con el istmo desde la era Obama.
Estados Unidos en que la redención del marginado es posible después de luchas arduas y dolorosas y que apela, de nuevo, a la unión de los distintos. “Siempre hay luz si somos tan valientes como para verla, si somos tan valientes como para serla”, declamó ante una emocionada Kamala Harris, ya entonces juramentada como vicepresidenta.
La voz de Amanda Gorman sonó fuerte en la ciudad militarizada. Antes había sonado el himno estadounidense en la voz potente de Lady Gaga, quien, como suele, dejó una interpretación impecable. Había cantado también Jennifer López su versión de “América, la hermosa”, un himno a la unidad de razas y credos. En un momento, la oriunda del Bronx neoyorquino cambió al español para acentuar una línea el juramento de lealtad a la república estadounidense que también utilizaría Biden en su discurso: “...Una nación indivisible, con libertad y justicia para todos”.
El guiño político más importante, como tenía que ocurrir, llegó en el discurso del nuevo presidente, quien recurrió a Abraham Lincoln para medir la tarea que él tiene por delante. Así como el republicano de Illinois hizo de la emancipación de los esclavos negros el alma de su presidencia en los 1860, Biden ofreció hacer de la reparación de la división que deja Donald Trump el corazón de la suya.
Hubo, sí, mucha carga emotiva en los alrededores del Capitolio, y la sensación de que Estados Unidos comenzó ayer un largo camino por reencontrarse con postulados como el que ayer cantó Jennifer López. Pero también había frío en la ciudad.
Más allá de la escalinata del Capitolio, los alambres, los parapetos y los uniformes eran una alarma que no se apaga: en este país y en esta ciudad la violencia política es capaz, también, de quebrar la paz. Bastaba un recorrido en la línea roja del metro, la que parte el centro de la ciudad, el “downtown”, por la mitad, para comprobarlo.
Ayer, y desde el 15 de enero, las cinco estaciones de la línea roja que sirven al downtown estaban cerradas, incluidas Gallery Place y Metrocenter, las dos más concurridas de toda la red subterránea de la capital. El tren pasa por las estaciones pero no se detiene en ellas. El resultado es la sensación sepulcral que dejan los espacios vacíos que no deberían estarlo. Algo así, estaciones fantasmas por las que el metro pasaba sin detenerse, ocurrió hace mucho tiempo en otra ciudad, la Berlín de la Guerra Fría, donde las líneas divisorias de
"BIDEN
Alemania pasaban justo en medio de los rieles.
Dupont Circle es la estación más cercana al centro que está habilitada. Al salir, antes de tomar las escaleras eléctricas, seis guardias nacionales y otra media docena de policías guardan el lugar. Afuera, tanques y patrullas. Y silencio.
Enrique, el unionense que despacha en el Subway de la calle L agradece el silencio de los locos que irrumpen en el Capitolio y los parques de la ciudad, y sus palabras parecen adelantar la sensación de que esa locura está por terminar —“Ya no pueden hacer nada”, dijo— ¿O sí? Buena parte de la presidencia del recién juramentado Joe Biden depende de la respuesta a otras variantes de esa pregunta: ¿qué tanto del postulado divisorio del trumpismo quedará vigente y por cuánto tiempo?