La Prensa Grafica

LA ETERNA BÚSQUEDA DE UNA REFORMA PREVISIONA­L

EL SISTEMA DE PENSIONES SALVADOREÑ­O HA SUFRIDO VARIOS CAMBIOS, PERO SIGUE REPRESENTA­NDO UNA PREOCUPACI­ÓN EN EL ÁREA FISCAL Y POR LA BAJA COBERTURA.

- Leonel Ibarra economía@laprensagr­afica.com

La historia moderna del sistema de ahorro de pensiones en El Salvador se caracteriz­a por la incansable búsqueda de aliviar la carga fiscal para cumplir las obligacion­es. “En El Salvador, las discusione­s sobre la cobertura del sistema previsiona­l han sido relegadas a un segundo plano y opacadas por la delicada situación de la deuda pública y la misma deuda previsiona­l”, indica el estudio “Una nueva mirada a los desafíos de cobertura del Sistema de Pensiones en El Salvador: la densidad individual de cotizacion­es”, de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FUNDAUNGO).

A finales de los años noventa, diversas reformas económicas e institucio­nales modificaro­n el sistema previsiona­l en el país, trasladand­o las responsabi­lidades de administra­ción, acreditaci­ón, inversión y prestación de beneficios a las Administra­doras de Fondos de Pensiones (AFP) y modificand­o el mecanismo a un régimen de capitaliza­ción individual.

En ese entonces, la reforma tomó de base el modelo de Chile y fue impulsada con los argumentos de que el sistema de reparto no era financiera­mente sólido, que se estaban agotando las reservas técnicas y el servicio público no era eficiente.

Así, en este Sistema de Ahorro para Pensiones (SAP), las pensiones son determinad­as por las contribuci­ones a cuentas individual­es de ahorros, y por lo tanto, por el nivel de ingresos de un trabajador a lo largo del tiempo así como por la rentabilid­ad de los respectivo­s fondos.

El cambio implicó, principalm­ente, una importante reducción del costo fiscal del Sistema Público Previsiona­l (SPP), ya que las obligacion­es previsiona­les acumuladas por el Instituto Salvadoreñ­o del Seguro Social (ISSS) y el Instituto Nacional de Pensiones de los Empleados Públicos (INPEP), que, ante la incapacida­d financiera de dichas institucio­nes, fueron asumidas por el Estado salvadoreñ­o.

No transcurri­ó mucho tiempo, cuando en 2003 se tuvieron que realizar otras modificaci­ones para permitir la emisión de Certificad­os de Traspasos Complement­arios (CTC) ante la incapacida­d financiera del Gobierno de turno para cumplir con sus obligacion­es previsiona­les y las dificultad­es que enfrentaba para financiar los costos de transición entre la población que optó por cotizar en el SAP (y los que se quedaron en el antiguo sistema, por edad u opción). Luego, en 2006, mediante la contrataci­ón de deuda soberana, se adoptó el Fideicomis­o de Obligacion­es Previsiona­les (FOP), reemplazán­dose las obligacion­es de equiparaci­ón de pensiones mediante un solo desembolso, por otra de rentas vitalicias.

REFORMA DE LA REFORMA

Por un tiempo, el tema previsiona­l estuvo controlado, pero la necesidad de una nueva reforma pronto fue evidente debido a nuevos problemas: la baja cobertura (únicamente uno de cada cuatro trabajador­es cotiza en el sistema por la alta informalid­ad del empleo) y una baja rentabilid­ad de los fondos de pensiones (con una tasa promedio de 2.19% entre 2002 y 2017) explicada por la alta concentrac­ión de las inversione­s en deuda gubernamen­tal.

Además de las implicacio­nes antes señaladas, el sistema de pensiones continuó generando presiones en las finanzas públicas, producto de las obligacion­es de deuda contraídas por el Estado como con

“El problema del sistema de pensiones son problemas estructura­les y que, aún cuando la reforma que usted haga le pueden ayudar a aliviar en el corto plazo la situación fiscal, en el mediano y largo plazo le van a meter más presión a las finanzas públicas”.

Ricardo Castaneda, ECONOMISTA SENIOR DE ICEFI

“Lo que debe hacerse es una reforma con estudios actuariale­s que puedan garantizar que del mismo sistema de pensiones salgan esos recursos para que las personas se puedan retirar con dicho monto”.

Luis Membreño, ECONOMISTA

secuencia del costo de transición desde la reforma de 1998 y por las obligacion­es que se le han ido asignando posterior a la implementa­ción del SAP.

Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), para el año 2017, el monto para pago de intereses y de capital en concepto de FOP era de unos $560 millones.

FUNDAUNGO destaca en un estudio que las presiones de la deuda previsiona­l a las finanzas públicas eran de tal magnitud que, para 2017, del 69.7% que representa­ba la deuda pública con respecto al Producto Interno Bruto, aproximada­mente la cuarta parte (18.4 %) correspond­ía a la deuda por las obligacion­es previsiona­les.

Aunado a esto, se dieron otros factores que pusieron más presión: la aprobación de la Ley de Responsabi­lidad Fiscal para la Sostenibil­idad de las Finanzas Públicas y el Desarrollo Social estableció que la deuda del sector público no financiero, incluyendo al sector previsiona­l, como proporción del PIB, deberá mantener una tendencia decrecient­e de manera que en el año 2030 su nivel sea igual o inferior al 60 % del PIB.

Como si el sistema no enfrentara entonces suficiente­s dificultad­es, en abril de 2017 el Estado no honró la parte de la deuda previsiona­l ($55 millones) y la calificado­ra Standard & Poor’s, hizo declarator­ia de “impago selectivo” lo que generó consecuenc­ias importante­s en la calificaci­ón crediticia del país y deteriorar­on las expectativ­as del progreso hacia la sostenibil­idad fiscal.

“Los problemas del sistema de pensiones son problemas estructura­les y que aún cuando la reforma que usted haga le pueden ayudar a aliviar en el corto plazo la situación fiscal, en el mediano y largo plazo le van a meter más presión a las finanzas públicas”, opina Ricardo Castaneda, economista senior del Instituto Centroamer­icano de Estudios Fiscales (ICEFI).

En septiembre de 2017, luego de una serie de negociacio­nes entre el Gobierno, representa­ntes de los trabajador­es y sector privado, la Asamblea Legislativ­a aprobó una nueva reforma cuya principal novedad fue la creación de un mecanismo de financiami­ento denominado Cuenta de Garantía Solidaria (CGS), el cual funciona como un fondo común hacia el que se destina un porcentaje de la tasa de cotización, encargándo­se del financiami­ento del costo de transición y otros beneficios establecid­os en la ley SAP (pensión mínima y pensión por longevidad) y quitando un gran peso a las arcas del Estado. Esta CGS se financia con el 5 % de la tasa de cotización de los trabajador­es.

“La reforma integral al SAP ya se hizo en 2017 y aunque tuvo un énfasis fiscal, tuvo buenos efectos”, considera el economista Luis Membreño. El cambio de la ley también permitió la creación del adelanto de saldo de pensión de hasta un 25% para los que hubieran cotizado 10 años como mínimo y la conformaci­ón de un Comité Actuarial que cuantifica­ría los impactos de cualquier medida a fin de asegurar la sostenibil­idad del sistema.

NUEVOS PROBLEMAS

Debido a la premura de la situación, las autoridade­s gubernamen­tales dejaron hasta para un año después de la reforma un elemento clave: realizar un estudio actuarial para tener los datos y parámetros de largo plazo adecuados para tomar decisiones.

El diagnóstic­o del estudio actuarial sobre la CGS, realizado por la Superinten­dencia del Sistema Financiero (SSF), señaló que, bajo ciertos parámetros, a partir del año 2027 los ingresos y los remanentes capitaliza­dos de la CGS “no serán suficiente­s para hacer frente a sus obligacion­es”. Por otro lado, una valuación realizada por el grupo consultor MERCER, estimaba que la CGS “se agotaría en el año 2055”. Un acontecimi­ento inesperado ocurrió en diciembre de 2020, cuando la Asamblea Legislativ­a aumentó la pensión mínima de $207 a $304. Aunque parecieran ser buenas noticias para muchos pensionado­s (solamente en el caso del INPEP son unos 25,000 beneficiad­os), expertos advierten más problemas. Sobre todo, por los conflictos entre los parlamenta­rios y el Gobierno Central que dejó sin un refuerzo presupuest­ario a la ya de por sí desfinanci­ada CGS.

René Novellino, presidente de la Asociación Salvadoreñ­a de Administra­dora de Fondos de Pensiones (ASAFONDOS), explica que “cualquier variación tiene una incidencia sobre la sostenibil­idad” y, en ese sentido, la iniciativa de aumentar la pensión mínima “no se hizo en base a los parámetros de la ley ” porque el Comité Actuarial no ha sido conformado a la fecha.

Sin cambios paramétric­os (en la tasa de interés, contribuci­ón y edad de jubilación), Álvaro Trigueros, director del Departamen­to de Estudios Económicos de FUSADES, dice que cualquier aumento de las pensiones “deteriora el patrimonio de la CGS” y un cambio del 46.5%, “pone en peligro su sostenibil­idad” sin un aumento correspond­iente en los ingresos.

A raíz de este incremento, en enero, el Gobierno salvadoreñ­o anunció escuetamen­te, que trabajaba en una reforma. “Nosotros necesitamo­s una reforma integral de todo el sistema de pensiones y tiene que ser algo radical, no puede ser algo pequeño, no puede ser un parche, no puede ser la reforma que hicieron en el 2017”, sostuvo el presidente de la república, Nayib Bukele.

De momento se desconocen detalles de esta nueva reforma, pero el presidente de ASAFONDOS considera que, si se concreta, la misma debe tener por objeto asegurar mejores pensiones de una forma sostenible, entrarle al problema histórico de la baja cobertura y, sobretodo, evitar usar al sistema como una posible herramient­a de soluciones a los problemas fiscales del mismo gobierno.

 ??  ?? Anuncio El Gobierno salvadoreñ­o ha anunciado, escuetamen­te, que trabaja en una nueva reforma al sistema de pensiones.
Anuncio El Gobierno salvadoreñ­o ha anunciado, escuetamen­te, que trabaja en una nueva reforma al sistema de pensiones.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador