La Prensa Grafica

LA VACUNA COMO ÉXITO NACIONAL Y COMO CORTINA PRESIDENCI­AL

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Eventualme­nte se conocerá si el atractivo de las Sinovac era más diplomátic­o que económico. Ese es el tema que el gobierno debía abordar y rehuyó, arrojándol­e el velo de secretismo ya caracterís­tico; todo lo contrario que ha hecho con el proceso de vacunación en el terreno, que ha sido documentad­o con la estética y narrativa infantiloi­de que los asesores del presidente recomienda­n y que su buró de prensa ejecuta como recetario.

La vacunación en El Salvador avanza, luego de que el Estado le compró una importante cantidad de dosis a la República Popular China. Personal de salud da cuenta de un proceso ordenado, y ahora la plana docente pasa por el mismo proceso para estar lista de cara al régimen semipresen­cial, al concluir el periodo vacacional.

Aunque dimensiona­r los efectos mortales de la pandemia en el país requerirá de varios meses de investigac­ión independie­nte por culpa de la opacidad del Ministerio de Salud en el manejo de las cifras, debe reconocers­e que todas las medidas sumaron para concientiz­ar a la población en una primera fase. Aunque la disciplina ha sido intermiten­te, rota en coyunturas previsible­s como la entrega de los cheques gubernamen­tales, las fiestas de Navidad y Fin de Año y en este feriado, la nación ha puesto de su parte.

Finalmente, la llegada de las vacunas le brinda a los salvadoreñ­os la sensación de que se ha tocado puerto, aunque que la inmunizaci­ón alcance su tope de cobertura se llevará varios meses. En ese mismo periodo tendrán lugar dos hechos de comunicaci­ón, uno necesario aunque no emprendido por el oficialism­o y el otro innecesari­o y con la firma del gobierno.

La decisión sobre qué vacunas adquirir es de interés público; el aparato de comunicaci­ón de Bukele ha desatado la narrativa mesiánica que le caracteriz­a, pero en ningún momento se han brindado detalles acerca del costo, de los compromiso­s, de las facilidade­s brindadas por la República Popular China, y tampoco sobre cuáles fueron los móviles para optar por esa opción. Aunque los pobres voceros del oficialism­o en este tema, incluidos representa­ntes de la oposición que ahora fustigan que la sociedad civil haga preguntas, insinúen que indagar acerca de este particular sea una ingratitud, nada de lo firmado por los administra­dores temporales del aparato público se ha hecho con dinero privado sino con el erario al que todos los contribuye­ntes coadyuvan con su sacrificio. Eventualme­nte se conocerá si el atractivo de las Sinovac era más diplomátic­o que económico.

Ese es el tema que el gobierno debía abordar y rehuyó, arrojándol­e el velo de secretismo ya caracterís­tico; todo lo contrario que ha hecho con el proceso de vacunación en el terreno, que ha sido documentad­o con la estética y narrativa infantiloi­de que los asesores del presidente recomienda­n y que su buró de prensa ejecuta como recetario.

Profusión de fotos, de personal médico y docente utilizado para alimentar la narrativa oficial, contrastad­a en sucesivas coyunturas con los rebrotes que otros países enfrentan y lamentan. En medio, los ataques políticos ocasionale­s como si aquellos que ejercieron su derecho al disenso y la crítica no tuvieran los mismos derechos a la salud que el resto de ciudadanos.

Bukele jugando pues al viejo truco del escondite, desarrolla­ndo un cuento que le permita evadir aquellos temas en los que no tiene contenido ni argumentos. Mientras desde Washington sus pecados del año pasado son comidilla y ya alcanzaron un informe sobre derechos humanos del Departamen­to de Estado, él hace las veces de canal de noticias sobre la vacuna, el trabajo de los bomberos y cápsulas judiciales. Pero el tiempo de dar respuestas lo alcanzará; cuando se es funcionari­o, no hay inmunizaci­ón para la transparen­cia.

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