DE REGRESO
En plena Octava de la Pascua de Resurrección, los estudiantes y sus familias se alistan para enfrentarse a la apertura de los centros escolares. Más de un año con las puertas de las aulas cerradas por medidas de bioseguridad, más de un año sometidos a un proceso de enseñanza totalmente desconocido, más de un año sintiendo desventajas personales para cumplir con las expectativas, más de un año tratando de identificar sustitutos para maestros y maestras, y entre otros, más de un año sin socializar con sus pares.
Para los estudiantes no ha sido fácil. Para los pequeños, complicado el ejercicio y la práctica de procesos que aseguren hábitos favorables al aprendizaje; para los mayores, el contar con apoyo efectivo para reforzar su aprendizaje; y para los otros, los más grandes muchos con desventajas económicas, organizarse para responder a las exigencias de generar ingresos para paliar las necesidades familiares y de cumplir, después de jornadas de trabajo, con las exigencias académicas.
Los estudiantes, especialmente los de tercer ciclo y bachillerato, la han pasado complicado y tienen conciencia de las desventajas en su proceso de formación. Volver a la escuela seguramente genera sentimientos encontrados, de alegría por recuperar cierta normalidad en la vida, y de temor por convertirse en fuente de contagio para miembros de su familia.
Los padres/madres/responsables tampoco la han tenido fácil. El primer día de retorno a los centros educativos, sus opiniones dejaron sentir los problemas financieros que enfrentaron para comprar saldo telefónico para dos o más hijos. Otros lamentaron la inaccesibilidad porque no llega la señal. En un país tan pequeño como el nuestro, de 20 mil kilómetros cuadrados, el acceso a internet enfrenta limitaciones económicas y tecnológicas. Esta realidad pone a los estudiantes en desventaja, la mayoría carece de computadora y de conexión residencial, la mayoría usa dispositivos móviles, propios o prestados, y tiene que comprar recarga de datos.
A esta altura, la opinión y decisión de los padres/madres y responsables sobre enseñanza virtual, semipresencial o presencial tienen como referencia la posibilidad de contagio. No hay confianza en que los estudiantes van a cumplir con todas las medidas de bioseguridad en el centro. La encuesta de LPG Datos sobre el tema refleja que 53 % de los encuestados plantea que, en pandemia, la mejor opción para que los niños y jóvenes continúen estudios es la virtual. Y la principal razón para no volver a la presencialidad es el miedo al contagio (56 %). Así, solo 3 de cada 10 padres, seguramente los que tienen menos problemas de ingreso y conectividad, se mueven entre lo semipresencial y lo presencial.
No es fácil la situación que enfrentan los estudiantes y sus familias. No es fácil la situación que enfrenta el sector educación ante la realidad de centros escolares sin agua y sin electricidad. Y tampoco es fácil lo que enfrentan los docentes ya inmunizados con la vacuna. Las deficiencias en el aprendizaje rápidamente se harán evidentes. Las limitaciones para la enseñanza rápidamente saldrán a luz. Y tarde o temprano, la realidad hará evidente las consecuencias que la pandemia ha dejado en la formación de niños, niñas y adolescentes.
Ha tenido prioridad cuantificar las pérdidas de empleo, el impacto en las ventas de las empresas de todo tamaño, el comportamiento de las exportaciones y las necesidades de financiamiento para recuperar la economía. Pero, niños, niñas, adolescentes y jóvenes siguen a la espera de soluciones efectivas para proseguir con su proceso de formación.
No es fácil la situación que enfrenta el sector educación ante la realidad de centros escolares sin agua y sin electricidad.