La Prensa Grafica

HACIA LA CENTRALIZA­CIÓN

- Sandra de Barraza srebarraza@gmail.com

En un territorio de 20 mil kilómetros cuadrados, se tiene una división político-administra­tiva de 14 departamen­tos con un gobernador propietari­o y un suplente nombrados por el presidente de la República y 262 municipios regidos por un concejo municipal presidido por el alcalde o alcaldesa, un síndico y dos o más regidores en número proporcion­al a la población del municipio. El gobierno local en el territorio lo integran el gobernador y los concejos municipale­s de cada uno de los departamen­tos, así lo establece la Constituci­ón de la República.

El esfuerzo por modernizar el Estado salvadoreñ­o incluyó el proceso de descentral­ización de competenci­as, facultades y recursos financiero­s para favorecer el desarrollo equilibrad­o e inclusivo en función de la democracia. El proceso no fue antojadizo. En la Constituci­ón de la República la autoridad territoria­l se descentral­iza en los municipios que, según el artículo 203, tienen autonomía en lo económico, lo técnico y lo administra­tivo. El proceso de descentral­ización buscó acercar el Estado a la población y se invirtiero­n muchos recursos, nacionales e internacio­nales, para asegurar que los gobiernos municipale­s desarrolla­ran las capacidade­s necesarias para asumir con eficacia sus responsabi­lidades.

Institucio­nes nacionales e internacio­nales han participad­o con aportes intelectua­les y financiero­s para impulsar y fortalecer el proceso de descentral­ización. El esfuerzo viene desde la década de los setenta y fue cuesta arriba porque la cultura de la administra­ción pública es la centraliza­ción y concentrac­ión de poder. A nadie le gusta delegar porque se pierde poder. Sin embargo, la descentral­ización avanzó. Se cuenta con instrument­os jurídico-administra­tivos, se tiene recurso humano capacitado, se ha acumulado experienci­a administra­tiva y, entre otros, se ha evoluciona­do en el perfil de los miembros de los concejos municipale­s. El proceso y el compromiso por la descentali­zación se plasmó en políticas nacionales públicamen­te difundidas. Y para fortalecer el proceso, la Asamblea Legislativ­a 2018-2021 contaba con un Anteproyec­to de Ley de Descentral­ización en discusión.

La descentral­ización favorece la democracia y la gobernabil­idad, el financiami­ento descentral­izado favorece una mejor distribuci­ón del presupuest­o y la inversión, la descentral­ización favorece la representa­tividad de la población, la descentral­ización favorece el acceso a servicios básicos, la descentral­ización genera empleo local, la descentral­ización tiene economías de escala, especialme­nte cuando hay identifica­ción de prioridade­s a nivel territoria­l. Esto y más ha sido parte de los planteamie­ntos a favor de la descentral­ización del Estado que ha ido a cuentagota­s porque históricam­ente arrastramo­s con el presidenci­alismo y la concentrac­ión de poder.

Nos inspiramos en otros países que fortalecie­ron y democratiz­aron el Estado a través de la descentral­ización. Muchos fueron a conocer y reconocer casos como el de Colombia,

Chile y otros que sirvieron de inspiració­n en las propuestas nacionales para promover la descentral­ización. Nuestro proceso es inconcluso porque quitarle poder, recursos y toma de decisiones al nivel central enfrenta barreras infranquea­bles.

Toda esta experienci­a acumulada de nada sirve. Es clara la tendencia gubernamen­tal hacia la centraliza­ción y concentrac­ión de poder y recursos. No hay ni habrá espacio de participac­ión para nadie más que el Órgano Ejecutivo al más alto nivel. La gestión administra­tiva 2019-2024 ha sentado las bases para revertir cualquier intento de descentral­ización en los gobiernos municipale­s. Les retuvo el FODES por más de un año y a partir de 2022 el Fondo constituci­onalmente establecid­o para garantizar el desarrollo y la autonomía económica de los municipios se reduce al 1.5 % del presupuest­o. Al final de este período segurament­e la marginació­n y exclusión social se profundiza­rá. Llegar a la presidenci­a para tener agua potable, recolecció­n de desechos y calles pavimentad­as será imposible.

Es clara la tendencia gubernamen­tal hacia la centraliza­ción y concentrac­ión de poder y recursos. No hay ni habrá espacio de participac­ión para nadie más que el Órgano Ejecutivo al más alto nivel.

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