HIJOS DE RECLUSAS, LOS MÁS AFECTADOS DESPUÉS DEL TRASLADO EN CÁRCEL DE MUJERES
HERMANAS Y MADRES DE DETENIDAS LAMENTAN LAS CONDICIONES EN LAS CUALES HAN QUEDADO LOS NIÑOS, SIN SUS PADRES. SEÑALAN LAS DIFICULTADES QUE ENFRENTAN EN LAS VISITAS A LAS CÁRCELES.
Varias madres y hermanas de reclusas que estaban albergadas en el Centro Preventivo y de Cumplimiento de Penas para Mujeres de Ilopango hasta finales de agosto aún llegan al recinto para saber si sus parientes han sido trasladadas o no a otros centros penitenciarios, como se anunció por varios medios de comunicación, o si se mantienen ahí pero no les brindan información sobre su estado.
Todas manifestaron tener incertidumbre porque no sabían de los traslados y no tienen idea de cómo viajar a otros departamentos para saber de sus familiares, debido a los gastos que implican esos traslados y los niños que tienen a su cargo, hijos de las madres capturadas.
Algunas dicen que antes viajaban alrededor de una a dos horas hasta Ilopango, pero hoy el camino se les podría extender por más de tres horas solo de ida, en el caso las privadas de libertad hayan sido llevadas a Apanteos, Santa Ana.
LA PRENSA GRÁFICA habló con varias mujeres que han llegado a Cárcel de Mujeres para consultar sobre los traslados y manifestaron las dificultades que enfrentan.
Leticia llegó a buscar a sus dos hermanas para saber si siguen ahí. Estaba acompañada de su abuela y su mamá. Dijo que también tiene a su cuñada en Apanteos y a su hermano en el penal de Izalco, ambos capturados durante el régimen de excepción. Esta pareja dejó a una niña de seis años que quedó a cargo de sus abuelos mientras ellos recobran su libertad.
Sus otras dos hermanas dejaron tres niños: uno de tres años, otro de ocho años y otro de dos años. Ya no saben cómo tranquilizar a los niños cuando lloran y cuando piden a sus mamás. Solo piden a las autoridades que las liberen ya que aseguran que no pertenecen a pandillas.
“Esto es una injusticia, porque los niños son los que sufren y ellas también saben que han dejado a sus niños. De mis dos hermanas yo con mi papá y mamá somos los que estamos con mis sobrinos”.
Relató que los niños tuvieron que presenciar toda la situación de la captura. “Los niños chiquitos vieron cuando se los llevaron a mis hermanas primero y después a mi hermano con mi cuñada”, aseguró Leticia.
Otro de los casos es el de Idalia, quien llegó a preguntar por su hija que está encerrada junto a su suegra. Le informaron que ambas habían sido trasladadas a Apanteos. Dijo que no sabía cómo haría para ir a visitarlas hasta otro departamento, ya que viven en San Martín y no tiene dinero para viajar.
María también llegó a dejarle los víveres a su sobrina de 21 años que llevaba ya dos meses en la cárcel. Cuando fue a entregarlos le dijeron que la noche anterior había sido trasladada al centro penitenciario de Apanteos.
María había llegado desde Sonsonate, departamento que queda mucho más cerca de Santa Ana que San Salvador. El viaje que ella hizo no valió la pena ya que no pudo entregar los víveres y en ese momento no podía ir a Apanteos porque el pasaje para el transporte público no le alcanzaba. Su sobrina dejó a un bebé de poco más de un año y ella lo cuida.