La Prensa Grafica

MI RESPUESTA

- Claudia Figueroa claudiafig­uero@yahoo.com

Aquí, sentada en mi tierra de ensueño, en este suelo que muchos dicen conocer, pero pocos pueden entrar, apoyo mis pies en la nación que me vio nacer y crecer, me digno a dar mi respuesta ante la incógnita no pronunciad­a de estos días.

Vino septiembre, para nosotros es una fiesta y salen al paso los patriotas, aquellos que a todo pulmón cantan el himno y hablan de la importanci­a de lo local, pero se llevan entre las llantas de una máquina pesada la evidencia histórica de un pueblo olvidado, se llevan entre sus manos el patrimonio y la historia.

Yo, la eterna soñadora les digo, aquella que vive en este mundo de ensueño por pocos olvidado, la tierra donde vivió el poeta Salarrué, o existió un Masferrer, o ¿por qué no mencionarl­o?, también hubo un Gómez Carrillo, un Miguel Ángel Asturias o José Milla, tantos otros que cantaron al terruño de diferente manera.

Piso la tierra que me dejaron los soñadores, los ilusos, aunque prefiero vivir en la ilusión que en la realidad que me pintan. Esa que no es más que humo y misterio.

A esos patriotas, esos que quieren quitar un organismo internacio­nal acreditado en un país porque atenta contra sus intereses. A los patriotas que esperan que un candidato resuelva todos sus problemas, a los patriotas que se pelean que si es constituci­onal o no, que si tienen derecho o no, o los que quieren, por salvar el honor de las niñas y las mujeres, hacer leyes que dizque las protejan cuando se necesita que sean más educadas. Sí, a ustedes les hablo.

Les hablo con lágrimas en los ojos, de impotencia de ver qué quieren hacer con tanta podredumbr­e, con lágrimas de rabia al ver cómo la historia es mancillada una y otra vez por movimiento del interés económico de unos pocos como lo es el caso del sitio arqueológi­co de Tacuscalco, donde se cuenta la historia de la batalla de los

Nahuas Pipiles contra Pedro de Alvarado y donde le dieron el flechazo que lo dejó cojo, o el caso del ya olvidado señorío de

Cuscatlán, o aun en las tierras mayas donde se encuentra Kaminal Juyuh, sin mencionar otros lugares.

Les hablo para recordarle­s que lo mejor de un pueblo no está solo en su historia ni su cultura, porque son una buena forma de conocer su pasado y construir su futuro, tampoco son sus biblioteca­s ni sus construcci­ones, pero sí sirven para conocer a aquellos que aquí vivieron y cuentan la historia del terruño, así como las contó un Héctor Gaytán en la calle donde tú vives, o un Salarrué con sus cuentos de barro y de cipotes. Les hablo para recordarle­s que lo que hace grande a una nación, un país, un pueblo, es su gente. Educa a tu pueblo y hará cosas maravillos­as, mantenlo en la ignorancia y será carne de cañón para los poderosos.

La gente que trabaja y triunfa, que tiene sueños, metas e ideales, aquellos que de sol a sol labran la tierra, le cantan a la luna y las estrellas, y están un paso más cerca de Dios. Yo, que bajo de la tierra del ensueño, me basta con trabajar mi terruño, allí donde hay un árbol de magnífica sombra, allí donde los ojos de agua calman la sed, allí donde el valle escarpado se abre paso hacia las montañas.

Y aun con los ojos adormilado­s, sueño con ver a una Kuskatan darle honor al nombre que tiene, ver brillar en sus corazones las estelas rojo, amarillo, azul y turquesa que brillan por las tardes, y el rosa, naranja, azul violeta por las noches, y ver la tierra de Quauhtlema­llan florecer, así como florecen sus árboles, de troncos fuertes y raíces profundas.

Les hablo para recordarle­s que lo que hace grande a una nación, un país, un pueblo, es su gente. Educa a tu pueblo y hará cosas maravillos­as, mantenlo en la ignorancia y será carne de cañón para los poderosos.

 ?? DOCENTE ??
DOCENTE

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador