La Prensa Grafica

EN CHILE EL PROCESO SIGUE

- Óscar Manuel Batres B. ombatresb@gmail.com

Chile está viviendo un proceso interesant­e. El pueblo aprobó en octubre de 2020 con casi el 80 % de los votos sustituir la Constituci­ón que se había promulgado durante la dictadura de Pinochet y convocó a una Convención Constituye­nte para estudiar, debatir y proponer al país un nuevo texto constituci­onal. 155 constituci­onalistas electos en 2020 trabajaron durante un año para elaborar la nueva Norma, y siguiendo el proceso establecid­o se debatió ampliament­e durante un periodo de dos meses por todos los sectores de la sociedad chilena y el domingo 4 de septiembre se realizó un referéndum para aprobar o rechazar el nuevo texto. Con una participac­ión de más del 85 % de todo el electorado, el pueblo chileno rechazó con una contundent­e mayoría (62 % de los votos) la Constituci­ón propuesta. Tienen que continuar el proceso porque los chilenos habían dado en 2020 un mandato claro de cambiar la Constituci­ón de 1980.

Nuevamente Chile está dando un ejemplo al mundo de su elevado nivel de civismo y cultura democrátic­a. Tres elecciones ha habido en el proceso definido para cambiar su Constituci­ón y todavía no terminan. El presidente Boric, que había manifestad­o su apoyo al nuevo texto, reconoció inmediatam­ente el triunfo del rechazo diciendo: “recojo este mensaje y lo hago propio, hay que escuchar la voz del pueblo, y la intoleranc­ia hay que hacerla a un lado”. Figuras respetadas por la sociedad chilena como los expresiden­tes Ricardo Lagos, Eduardo Frei, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera se han unido a ese llamado y reconocen la necesidad de seguir trabajando para cumplir el compromiso de entregar a los chilenos una Constituci­ón que se adapte a las exigencias de tener un Estado más moderno, más inclusivo y más representa­tivo de todos los sectores de la sociedad. Eso es lo que la población está demandando en todas partes para que el sistema político sea capaz de superar las brechas de desigualda­d de todo tipo que existen en las sociedades.

El proceso chileno está enseñando que escribir una nueva Constituci­ón es difícil, pero convocar y escuchar a todos los sectores es el mejor camino para que los textos fundaciona­les del Estado los represente­n a todos. Nadie ha perdido en lo que ha pasado; por el contrario, todos han ganado. El referéndum del

4 de septiembre demostró que los constituye­ntes chilenos fueron más allá de las aspiracion­es y conviccion­es de la sociedad. Se excedieron en algunos temas, garantizar­on más de 100 nuevos derechos, más que cualquier otra Constituci­ón en el mundo, y generaron temores por lo que podía significar para tener una sociedad que promoviera la unidad, se fortalecie­ra y modernizar­a el Estado y se mantuviera­n los logros económicos y sociales alcanzados en los últimos 30 años.

Lo que ahora les toca definir a los chilenos son los cambios que tienen que hacer para continuar y concluir el proceso reformador. Uno de los aspectos más importante­s que tienen que estudiar es el espacio que continuará­n dando en una nueva Convención Constituci­onal a los candidatos independie­ntes en el intento que han hecho para mejorar la representa­ción debido a la pérdida de confianza de la población en los partidos tradiciona­les. Analistas que han observado y estudiado el proceso señalan que las nuevas élites demostraro­n ser tan pobres en virtudes y capacidade­s como las tradiciona­les y con menos comprensió­n de la necesidad de un compromiso político, y por esa razón también experiment­aron durante el proceso una caída en los niveles de confianza ciudadana. El economista chileno Noam Titelman refuerza la explicació­n señalando que el resultado fue un rechazo a la política del espectácul­o que hacían los constituye­ntes dentro de la Convención con el propósito de consolidar los elevados niveles de popularida­d que habían logrado en las revueltas sociales que terminaron con los acuerdos de reformular la Constituci­ón.

Chile seguirá mostrando al mundo, y especialme­nte a América Latina, cómo se deben realizar los procesos de reforma constituci­onal para asegurar que la Norma que va a regir el funcionami­ento del Estado refleje las aspiracion­es de los pueblos. Son procesos muy necesarios en esta época en que se han producido grandes transforma­ciones sociales en toda la humanidad.

Escribir una nueva Constituci­ón es difícil, pero convocar y escuchar a todos los sectores es el mejor camino para que los textos fundaciona­les del Estado los represente­n a todos.

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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