ECONOMÍA CONDUCTUAL
La economía conductual es un instrumento para crear políticas públicas que se adapten a la manera de pensar y actuar de los seres humanos. De lo que se trata es de entender cómo las personas toman decisiones (a veces racionalmente y a veces emocionalmente). Veamos unos ejemplos: (1) la nostalgia es un factor que incide en muchos compatriotas que viven en el exterior al consumir alimentos y vacacionar, (2) numerosos contribuyentes muestran una actitud positiva al acogerse a una amnistía fiscal para cancelar sus deudas sin recargos, (3) miles de consumidores hacen largas colas para aprovechar una oferta 2x1.
Este tema es abordado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) en la publicación “La economía conductual”, la cual destaca que el covid-19 ha dejado al descubierto problemas estructurales, los que ya eran serios desde antes pero ahora son críticos (para nuestro país serían: baja productividad, brecha tecnológica, subempleo y vulnerabilidad socioambiental).
Dicha investigación se centra en el Reino Unido, planteando que a medida que se sale del impacto del covid-19, es clave reformar la política económica para que se centre en el comportamiento humano y en beneficio de toda la sociedad. La tarea es entender los comportamientos de la ciudadanía e incorporarlos en las políticas públicas.
El planteamiento es actuar en función de la forma en que las personas toman decisiones económicas sobre qué comprar, dónde trabajar y dónde vivir. Lo curioso es que la economía conductual haya sido tan poco aplicada en las políticas públicas. Esta omisión hace que medidas tales como la tributaria y la subsidiaria sean menos efectivas de lo que pueden y deben ser.
El referido estudio aborda tres niveles (micro, meso y macro) para mejorar la política económica con base en una comprensión del comportamiento humano. Micro: intervenciones enfocadas en cambiar el comportamiento individual o del hogar. Meso: intervenciones enfocadas en cambiar la conducta a nivel mayorista o de mercado. Macro: intervenciones enfocadas en mejorar la economía en general (tributación y gasto público). Entre las acciones propuestas (y que he adecuado para nuestro país) están las siguientes.
Nivel micro: aumentar la capacidad de resiliencia de las familias y comunidades; fomentar la generación de trabajo decente en los departamentos con el mayor porcentaje de personas migrantes; crear mejores hábitos de consumo y ahorro en la llamada “clase media”.
Nivel meso: impulsar la innovación y la productividad en beneficio de todos (estrechar la relación entre sector productivo e instituciones de educación superior); transparentar los mercados comerciales y la contratación pública; facilitar la difusión de nuevas tecnologías en las MYPE; ayudar a los consumidores a comparar y cambiar de proveedores.
Nivel macro: incorporar el comportamiento humano en el diseño de políticas públicas y el manejo de crisis (gestión de riesgos); recompensar a las empresas que invierten y aumentan su productividad; hacer de la confianza social una parte integral de la formulación de la política económica; medir, evaluar y aprender de lo ejecutado.
Reflexión: la economía conductual tiene el potencial de transformar la forma de hacer política pública y contribuir a que la economía funcione para la población. La mezcla de economía, psicología y sociología permite comprender qué y cómo piensan, eligen y deciden las personas.
Conclusión: la economía conductual tiene que ver con los incentivos y las motivaciones de las personas, por lo que, habría que investigar la forma en que los factores psicológicos y sociales influyen en las decisiones económicas de los salvadoreños. En tal sentido, la actual crisis múltiple que vivimos es propicia para conocer la manera de actuar de los salvadoreños.
El planteamiento es actuar en función de la forma en que las personas toman decisiones económicas sobre qué comprar, dónde trabajar y dónde vivir.