La Prensa Grafica

MISTERIOS DEL CLIMA FUEGOS ESCONDIDOS

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Es cada día más sabido por experienci­a global que el clima se ha ido volviendo más y más caprichoso. A eso le llaman hoy “cambio climático”, quizás con la intención de restarle alarma; pero en verdad se trata de una descomposi­ción de los ritmos y de las sensacione­s naturales que nos envuelven. Él era casi un niño, y no podía comparar lo que pasaba ahora con lo que pasaba antes; pero quizás por ecos de intuición muy raros a su edad, sentía que el aire y la luz vivían enviándole mensajes.

Y aquel año, cuando él ya estaba casi al borde de la primera adolescenc­ia, la aparición de Susy fue, como por arte de magia, una señal de que todos los tiempos por venir se le asomaban de pronto. Susy, la vecina recién llegada, era casi de su edad, y quizás por eso apenas le hacía caso. Él, inquieto, se le acercó una tarde de diciembre, ya cuando la Navidad estaba próxima. –Susy, ¿aceptarías si te invito a un helado en la sorbetería de la esquina?

–¿En este momento? ¿Pero cómo se te ocurre si ahorita viene llegando la tormenta?

Él no pudo evitar la risa:

–¿Tormenta, ahora? ¡Pero si estamos en diciembre, en pleno verano!

No había tardado en decirlo cuando las primeras ráfagas de lluvia se hicieron sentir. Él se quedó estupefact­o y ella gritó de felicidad. El “cambio climático” también hace milagros.

–¿Por qué me mirás con esos ojos? –le preguntó él a ella, que no era muy expresiva por naturaleza. Ella pareció sorprender­se por la pregunta, y en vez de palabras hizo un gesto que de seguro quería expresar su propia sorpresa.

Ahí quedó la cosa, y cada quien se dedicó de inmediato a lo suyo: él a escribir poemas existencia­les y ella a hacer esbozos de futuras acuarelas. Porque los dos tenían una clara vocación creativa en los planos más personales del arte, y era eso lo que los había unido desde el comienzo.

Pero aquella pregunta se quedó parpadeand­o en el aire compartido. Y sin que ninguno de los dos lo esperara, en uno de los siguientes días se hizo patente la nueva realidad que venía ya en camino: iban a ser padres por primera vez.

Cada uno a su manera expresó su emoción por aquella noticia: él abriéndose a una escritura más existencia­l y ella dibujando figuras que parecían en vuelo.

Los días y los meses fueron pasando, y ya cuando la fecha tentativa del parto se hallaba a la vuelta de la esquina fue ella la que le hizo la pregunta: –¿Por qué me mirás con esos ojos?

Y él la tomó de ambas manos, la atrajo hacia hacia sí y le dio un largo beso. Eso No pasaba así desde hacía mucho tiempo, quizás desde que eran novios. –¡Gracias, criatura compartida, por inspirarno­s en todos los sentidos! ¡Te lo agradecere­mos para siempre!

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