MUNICIPALISMO AL SERVICIO DE LA GENTE En primer lugar, que la decisión debe ser técnica y no política; y en segundo lugar, que la gestión municipal debe resolver los problemas de la población y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Las gestiones municipales han estado en la mira de la Asamblea Legislativa desde noviembre de 2021, fecha en la que se modificó la Ley del Fondo para el Desarrollo Económico y Social de los municipios (FODES) y se suprimieron las instituciones que apoyaban a estas entidades descentralizadas por el territorio. Se redujo el porcentaje de dinero que se entregaba a las alcaldías del 10 % al 1 %. El impacto de la drástica reducción del FODES lo vimos en plena época navideña de 2022, cuando muchas alcaldías no pudieron cancelar salarios y aguinaldos a sus empleados, así, estas reformas fueron el preludio de crisis anunciada.
La respuesta política a esta crisis de los municipios ha sido atacar la cantidad de municipalidades y sugerir la necesidad de reducir la cantidad de divisiones territoriales en El Salvador. Sobre este tema, consideramos que no existe un número mágico de distritos territoriales idóneos para un territorio pequeño como nuestro país. Independientemente del número de departamentos o municipios que los legisladores decidan que se debe tener, hay dos cosas que consideramos importantes: en primer lugar, que la decisión debe ser técnica y no política; y en segundo lugar, que la gestión municipal debe resolver los problemas de la población y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Esto último depende de la capacidad de gestión de los municipios y no del número que hay.
La división territorial en municipios, con sus respectivas administraciones, tiene a la base la idea de la descentralización del territorio en espacios más manejables a fin de gestionar de mejor manera los problemas de los asentamientos poblacionales. Cada residencial, colonia, cantón, caserío, tiene sus propias necesidades y las municipalidades deben estar ahí para colaborar a su solución de manera inmediata. Por definición, los gobiernos centrales están para tomar decisiones estratégicas y los gobiernos municipales para atender las necesidades más próximas de sus ciudadanos.
Los problemas de las municipalidades no son recientes. Desde hace décadas han existido críticas sobre el manejo partidario que se le dieron a estas entidades, contratando y despidiendo gente cada tres años de acuerdo con su afinidad política y dañando gravemente la carrera municipal. También se han realizado señalamientos de corrupción y de un mal manejo de las finanzas municipales, pues la mayoría no tienen la capacidad de solventar sus obligaciones financieras de manera autónoma. Todos estos problemas no se solucionan necesariamente con la reducción de municipios. Antes debe existir un saneamiento real de las gestiones administrativas y también un proyecto estratégico que tenga en cuenta la distribución del territorio en áreas rurales o urbanas, las fortalezas de cada espacio y la capacidad administrativa con la que se debe contar para brindar los servicios necesarios a la población.
Reducir arbitrariamente las municipalidades de
262 a 50 (o a cualquier otro número) no solucionará los problemas de la población; una decisión de esta magnitud debe tener como fundamento los datos poblacionales de cada espacio y también contar con las capacidades técnicas y administrativas para identificar adecuadamente los problemas municipales y brindar las respuestas idóneas. Otra reforma a la ligera, como la reforma hecha al sistema de pensiones, no es la solución a los problemas diarios de la gente.