NADIE SE OFENDE, NADIE PROTESTA El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por ello es que nuestra constitución prohíbe la reelección. Por ello es preferible la división de poderes que el poder absoluto. Elemental, mi querido
La sacada de los talibanes de Afganistán por Estados Unidos provocó una furia de tal magnitud, que desembocó en el 9-11, la masacre más horrorosa que han sufrido los gringos en su propia cancha. El mundo entero se enteró de semejante barbaridad; pero no muchos se enteraron del descaro del Imán Feisal Abdul Rauf, nacido en Kuwait, a cargo de la mezquita de Nueva York.
Rauf intentó construir “La mezquita zona cero” en el mismo lugar en que los talibanes le habían robado la vida a 2,977 personas. Los neoyorquinos, con razón, se sintieron ofendidos y salieron a las calles en protesta ante semejante descaro y, como era de esperarse, la construcción de dicha mezquita fue rechazada por la alcaldía de la Gran Manzana. Moraleja, con la soberanía no se juega.
La soberanía es la independencia que tiene cualquier Estado para crear sus propias leyes. En una democracia no debe haber más gobierno que el de las leyes, y en nuestro país se las saltan a cada rato y nadie protesta. Ningún ciudadano, ni mucho menos los empleados públicos, levantan la voz para señalar lo que no es correcto. Nadie se ofende, nadie exige cumplir la ley, tenemos un pueblo inerte.
Suenan tambores de reelección, de “Bitcoin City” y de muchas otras gastaderas de plata, pero nadie exige salud y educación. Nadie reclama claridad y transparencia. ¿Por qué? Porque, quede quien quede, seguimos estancados, sin progreso, sin oportunidades. Los que nacimos en la época del PCN somos testigos que, desde entonces, todo sigue igual.
Si el pueblo protesta, con garrote lo callan.
Hemos visto de todo: manifestaciones pagadas, activistas, huelgas, etcétera. Hemos visto cómo le pasaban plata a un fiscal que terminó preso; hemos visto expresidentes salir corriendo a Nicaragua y, en nuestra historia, han figurado muchos mandatarios que llegaron al poder por golpe de Estado, saltándose la ley. Y ahora, también se quieren saltar la ley y nadie se ofende.
Algunos decían “devuelvan lo robado”, pero la plata continúa desapareciendo, y todos tranquilos. El dinero alcanza cuando nadie roba, es verdad, pero seguimos endeudándonos pues la plata no alcanza. Hoy ya no se juzga a nadie, ni se juzgó a nadie por los sobresueldos, ni por las partidas secretas. ¿Por qué? Simplemente porque se continúa haciendo lo mismo.
El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por ello es que nuestra constitución prohíbe la reelección. Por ello es preferible la división de poderes que el poder absoluto. Elemental, mi querido Watson.
Pero ante tanta mentira y espejitos “el pueblo” aplaude; nadie se ofende, nadie protesta.