A LO LARGO DE LOS PASADOS TIEMPOS, EN EL PAÍS LO QUE SE HACÍA NOTORIO ERA LO CIRCUNSTANCIAL, MIENTRAS LOS TRASFONDOS PARECÍAN NO EXISTIR
Los que tenemos edad suficiente para haber vivido de modo personal distintas etapas del desenvolvimiento nacional estamos en condiciones tanto anímicas como existenciales para reconocer lo que pasa en contraste vivo con lo que pasó. Este es un privilegio funcional que hay que valorar al máximo, sobre todo al tomar en cuenta que en estos momentos las valoraciones caprichosas están a la orden del día. Las opiniones de todo tipo surgen sin cesar, y más hoy, cuando la ciudadanía parece haber despertado de su somnolencia tradicional, con un nuevo protagonismo que hasta hace muy poco hubiera sido inimaginable. Tal protagonismo, por su propia naturaleza, se hace notorio en los más diversos sentidos, entre los cuales sobresalen algunos, como el referente a revitalizar el espíritu emprendedor. En el pasado, dicho espíritu parecía irse moviendo en la sombra, y así no se valoraba en lo debido lo que realizaron emprendedores que partieron prácticamente de cero y lograron alzar grandes proyectos económicos que perduran en el tiempo. Hoy se le está dedicando al emprendimiento, y en especial al que se da en los niveles más bajos de la actividad económica, una atención mucho más significativa. Eso es ir de veras hacia los trasfondos de la realidad, que es donde anida el hálito más vital de la funcionalidad humana y humanizada; pero también implica reconocer el dinamismo ciudadano en el más claro sentido del término. El punto central y vital de lo que esta nueva época representa para nosotros se halla ubicado en la convicción de ser todos gestores del cambio, a partir del reconocimiento, no formal sino estructural y social, de la voluntad ciudadana como fuerza que lidera el proceso. Esto explica por qué la atención se debe enfocar hoy hacia los trasfondos de la realidad y no hacia las superficies de la misma. La política, en todas partes, está volcada a dedicarse a esto último porque el hacer político se enmarca en intereses regidos por fechas y por períodos, y esto simplifica desfigurativamente las cosas. Tenemos, pues, que racionalizarlo todo, nos guste o no nos guste, y eso indica que hay que estar atentos a lo que pasa en los trasfondos y a lo que se hace imperioso desde ahí. Esos trasfondos también están, por supuesto, dentro de nosotros y de nuestras conciencias individuales y colectivas. El principal factor imperante en dichos trasfondos son las necesidades y los anhelos de una vida mejor; y hay que darles tratamientos efectivos y permanentes para encontrarles salidas a cuestiones tan críticas como la emigración ilegal, que se va desbordando día a día. Aunque la realidad parezca no tener salidas accesibles, es urgente buscarlas sin cesar, para que las crisis no se sigan multiplicando y los trastornos no se hagan cada vez más potentes e insufribles.