La Prensa Grafica

De regreso en lo alto

El Barcelona tiró de oficio para llevarse la victoria sobre el Atlético de Madrid, que tiene problemas en la definición.

- Madrid, España/efe accion@laprensagr­afica.com

“Me excedí en la final del Mundial de Catar, en la celebració­n en la cancha, pero espero estar muy bien para volver a jugar después de un año lejos del público”.

Sergio Agüero,

EXJUGADOR ARGENTINO

Una individual­idad de Pedri, con una conducción en el minuto 22 que dinamitó la estructura defensiva del Atlético de Madrid y fue transforma­da en el gol decisivo por Ousmane Dembelé, marcó la diferencia en el Metropolit­ano a favor del Barcelona, con una victoria salvada en los instantes finales por Araujo y que lo destaca en el liderato, tres puntos por encima del Real Madrid, segundo, mientras se libra del equipo rojiblanco; un rival menos en sus aspiracion­es de ganar Laliga.

Derrotado el sábado su inmediato perseguido­r, el conjunto azulgrana aprovechó la ocasión en un partido de los marcados en rojo, cuya exigencia rebasa otros desafíos, por el escenario, por la presunción del rival, por la competitiv­idad que requirió del Barcelona, cuyo encuentro no será recordado por la calidad, ni por un fútbol brillante, ni por una cantidad de ocasiones, pero sí porque ganó en el Metropolit­ano. Jugó con el crono cuando debió hacerlo, cuando más le interesaba, para tener el triunfo.

Y reafirmó, por encima de todo, su primera posición de la tabla. Ya no está en el foco, por ejemplo, del Atlético, a 14 puntos. Y fuera, incluso, de las plazas de la Liga de Campeones. No le alcanzó con la reacción con la que respondió al 0-1 en contra, ni con las ocasiones que dispuso en el tramo entre el gol en su portería y el descanso, cuando de verdad se creyó que sí podía ganar al Barcelona.

No es el Barcelona de otros tiempos incontesta­bles. Ni siquiera se acerca. Pero su liderato es una condición que impone. Aún sin Messi, tan determinan­te siempre en el pasado, aún sin Robert Lewandowsk­i, fuera de acción por la sanción de tres encuentros, la precaución, el respeto, realmente el temor, subya

ce en Simeone cada vez que lo enfrenta con su Atlético.

En el vaivén al que se apuntó entonces él mismo con un adversario de la envergadur­a, el estilo y la precisión del Barcelona, el Atlético llegó tarde, a destiempo, superado en todo en el primer tramo por el equipo de Xavi, sin alardes, con la circulació­n de balón y con todo el terreno que le entregó o ganó al bloque local, que se expuso al daño que sufrió ya rebasado el minuto 21 del partido. Tan perceptibl­e que a nadie le extrañó en el Metropolit­ano.

La estructura de Simeone voló por los aires con un movimiento tan simple como una conducción. De Pedri. Palabras mayores. El internacio­nal español se retrasó unos metros, agarró la pelota y se sintió tan liberado que empezó una conducción inalcanzab­le para cada uno de los defensores que se acercaron -nunca se cruzaron- en su paso ligero hacia el área.

Entonces sí, fue otro Atlético. Y otro Barcelona. No hay mejor ejemplo que cada uno de los gestos de Xavi, desquiciad­o por momentos, cuando el encuentro entró en una fase completame­nte diferente desde el 0-1 hasta el descanso, incluso hasta avanzado el segundo tiempo, cuando Marcos Llorente, empleado hasta entonces para defender, lanzó a todo su equipo hacia el ataque, con la determinac­ión que había apagado la pizarra.

No fue el mejor día de Griezmann. Ni mucho menos de Joao Félix, en un dañino lucimiento personal en el primer tiempo. Individual­ista, indolente en la presión, en la pugna, rebuscó regates ni al alcance de Messi. No le salió ninguno.

 ?? ?? Júbilo. Ousmane Dembelé es felicitado por sus compañeros luego de anotar el gol del triunfo.
Júbilo. Ousmane Dembelé es felicitado por sus compañeros luego de anotar el gol del triunfo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from El Salvador