INTENTO DE GOLPE FALLIDO EN BRASIL
Al final Bolsonaro se quedó sin aliados; el general Hamilton Muráo, quien sirvió como vicepresidente con él, declaró que la transición pacífica del poder es esencial para la democracia y el bienestar del país.
Las imágenes en los medios y en las redes sociales sorprendieron, miles de brasileños partidarios de Jair Bolsonaro, el expresidente derrotado, aparentemente convencidos sin ninguna base de que la elección fue fraudulenta, invadieron en Brasilia la sede del Gobierno Federal. La turba arrasó el edificio del Congreso y el Palacio Presidencial destruyendo barandales, vidrios, obras de arte, televisores, computadoras, muebles y demás. Las autoridades restablecieron la calma después de varias horas, arrestando a cientos de vándalos manifestantes.
A Bolsonaro lo llamaron alguna vez el Trump del trópico por su populismo y otras características que copió del infortunado intento de anular la democracia por la fuerza. El episodio tiene similitudes con el ataque el 6 de enero del año pasado al Capitolio de Estados Unidos. Sin embargo, a la fecha no puede establecerse con claridad si fue el fin de los movimientos político golpistas o el inicio de mayor división y caos en los dos países.
El presidente Lula Da Silva ya enfrentaba el reto de unir a un país muy dividido, el reto es formidable y la revuelta de estos Bolsonaristas que siguen el lamento de su líder de que la elección fue robada complica la tarea.
Poniendo las cosas en contexto, Bolsonaro mantuvo su discurso de que el único resultado que reconocería en la elección sería si él ganaba. También declaró después de la elección que su futuro solo sería la cárcel, el exilio o la muerte. Sin embargo, al momento se encuentra en Florida, en una casa cerca de Orlando, le hacen mofa por una fotografía en que come pollo frito, le hizo falta decir comer pollo en EUA.
Llevar a la justicia a los perpetradores es esencial para iniciar la unificación.
Las condenas internacionales a la rebeldía son abrumadoras, EUA, la Unión Europea, Rusia, China, Canadá y un grupo importante de países latinoamericanos condenan fuertemente el atentado contra la democracia y manifiestan su apoyo a Lula como presidente electo democráticamente, El Salvador no condena y se cree que difícilmente lo hará por el antecedente del presidente Bukele que invadió acompañado de militares el congreso en febrero de 2020, un acto ilegal de naturaleza golpista como los de Bolsonaro y Trump, contrarios a la democracia y el Estado de derecho.
Muchos de los partidarios radicales de Bolsonaro hicieron campamentos cerca de cuarteles del ejército, con la esperanza de que los militares los apoyaran en su despropósito, pero eso no ocurrió. Igualmente muchos esperaban la conducción y guía de Bolsonaro, lo que tampoco ocurrió, él siguió las noticias desde Orlando, Florida, sin dirigir nada.
La inercia de su actitud negacionista y de sus amenazas de violencia, sangre y fuego a manos de seguidores civiles fanáticos armados, que se estiman en unos 600 mil, provocó que algunos acampados decidieran obrar por sí mismos y vandalizaran Brasilia, sede del Gobierno y el Congreso, sin ninguna posibilidad.
Al final Bolsonaro se quedó sin aliados, los radicales que cerraron calles justo después de la elección poco a poco se fueron retirando; el general Hamilton Muráo, quien sirvió como vicepresidente con él, declaró que la transición pacífica del poder es esencial para la democracia y el bienestar del país. También arremetió contra “líderes que están supuestos a unificar el país alrededor de un proyecto de nación, pero decidieron al contrario fomentar un clima de caos y colapso social”. Los militares decidieron una transición pacífica pragmáticamente. Parlamentarios pro Bolsonaro han endosado apoyo a Lula.
Las democracias necesitan alternancia y una transición de poder pacífica para florecer.