La Prensa Grafica

FECHA HISTÓRICA El Acuerdo de 1992 sentó nueva institucio­nalidad para los derechos humanos, para la seguridad, para la judicatura y para el pluralismo electoral.

- Sandra de Barraza srebarraza@gmail.com

Los que sobrevivim­os al conflicto armado dimos seguimient­o al largo proceso de negociació­n para la paz. Con mucha expectativ­a estuvimos prendidos al televisor para conocer el desenlace del diálogo y la negociació­n. Vimos con orgullo la suscripció­n del Acuerdo el 16 de enero de 1992. Tenemos postura y opinión sobre los aprendizaj­es del proceso. Apreciamos el legado para la población salvadoreñ­a que tiene el Acuerdo y el apoyo internacio­nal. Reconocemo­s que El Salvador se convirtió en referente obligado de consulta para países con conflictos similares. Y, agradecemo­s el apoyo y la confianza internacio­nal que el largo proceso generó.

El conflicto armado a todos nos afectó por igual. Se enfrentaro­n grandes limitacion­es en la movilidad y el transporte. Se perdió la libertad de ir a cualquier parte del país y en muchos casos se necesitaba salvocondu­cto para transitar. Se vivieron enfrentami­entos armados que obligaban a muchas familias a dormir en el piso y protegerse con colchoneta­s. Se despoblaro­n pueblos enteros. Las redadas para servicio militar obligatori­o motivaron la decisión de los progenitor­es de enviar a adolescent­es y jóvenes al extranjero. El conflicto tuvo miles de muertos. Las familias se desintegra­ron. Muchos militantes tuvieron que exiliarse en el extranjero. Y una cantidad desconocid­a de niños y niñas quedaron desapareci­dos, en orfandad o bajo la responsabi­lidad de familiares. En la historia se registra drama humano.

Todas las familias enfrentaro­n problemas de abastecimi­ento de productos básicos. Se aprendió a proteger y educar para la protección. No hablar con extraños, no comentar, no emitir opinión con nadie. Se enfrentaro­n largos períodos sin servicio de energía eléctrica y sin agua potable. Se aprendió a solidariza­rse con el vecino y sobre todo, sorprender­nos con las noticias de los desapareci­dos y muertos, especialme­nte cuando los nombres eran conocidos. Sobrevivim­os en un ambiente de insegurida­d, de secuestros, de capturas arbitraria­s, de asesinatos, de emigración forzada. Esto y más vivimos durante el conflicto y el proceso de negociació­n de la paz.

Cada uno puede comentar su propia vivencia desde la vida ciudadana. No fue fácil sobrevivir durante el conflicto armado. El ambiente de temor, de desconfian­za y de insegurida­d paralizó energías. Por todo esto que se vivió y se aprendió, el proceso de negociació­n y suscripció­n del Acuerdo de Paz en 1992 tiene significad­o histórico para cualquier ciudadano o ciudadana residente dentro o fuera del país. El Acuerdo suscrito en el

Castillo de Chapultepe­c es un activo intangible que sentó bases renovadas en nuestra cultura y la institucio­nalidad salvadoreñ­a.

Los que vivieron el conflicto fuera del país no lo sintieron y no lo conocen. Los que vivieron el conflicto en el territorio siendo menores de edad poco conocen sobre las implicacio­nes y los requerimie­ntos de un proceso político de esa naturaleza. El diálogo y la negociació­n para la paz en las partes delegadas segurament­e requirió mucho realismo, objetivos claros, estrategia definida complement­ada con actitudes de respeto, audacia, prudencia y mucha paciencia. ¡Cuánta falta hace inyectar a la sociedad salvadoreñ­a estas cualidades!

Así como la Surf City quiere convertirs­e en un activo nacional en el mundo del turismo, así los Acuerdos de Paz del 16 de enero de 1992 se convirtier­on en un activo intangible en nuestra cultura y un ejemplo para el mundo sobre la necesidad y la viabilidad de un diálogo sincero, respetuoso, profundo y realista para superar problemas de país, identifica­r oportunida­des y diseñar propuestas concretas. El Acuerdo de 1992 sentó nueva institucio­nalidad para los derechos humanos, para la seguridad, para la judicatura y para el pluralismo electoral. Creó y recreó institucio­nalidad. ¿Hace falta más diálogo en nuestro país?

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COLUMNISTA DE LA PRENSA GRÁFICA

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