La Prensa Grafica

EN ESTE MOMENTO QUE LOS SALVADOREÑ­OS ESTAMOS ATRAVESAND­O NO HAY DÍA DE DIOS EN QUE LA COTIDIANID­AD ESTÉ LIBRE DE AMENAZAS Y SOBRESALTO­S

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Los habitantes de nuestro país hemos tenido que irnos acostumbra­ndo a soportar contingenc­ias de toda índole en el día a día. El hecho de que las cosas sean así en el ambiente no es una casualidad espontánea sino efecto de las condicione­s físicas, sociales y anímicas en que nos movemos en esta coyuntura que es nacional y global a la vez. Las condicione­s ambientale­s y climáticas son parte viva de tal estado de cosas y eso, como vemos a diario, no tiene fronteras. Con sólo asomarnos a las redes sociales y a las pantallas televisiva­s se nos aparecen los incendios arrasadore­s y las inundacion­es devastador­as, y ese es sólo un ejemplo de los grandes peligros que parecen transitar sin límites por todas las latitudes. Y en lo que se refiere a la violencia de individuos y de grupos armados, cuando uno observa los reiterados tiroteos contra individuos comunes en un país como Estados Unidos se le hace patente que ahora nadie está librado de tales agresiones criminales. Frente a acontecere­s como los señalados, que sólo son una muestra muy gráfica del descontrol que impera hoy en el mundo y en su atmósfera, lo que nos toca a los habitantes de esta coyuntura tan insospecha­da es ir hacia adelante, con espíritu analítico a la vanguardia y con voluntad incansable de no cejar ante ninguno de los retos que nos acechan y que se nos presentan. Detrás de todo esto hay una especie de encanto disfrazado, que debemos descifrar a cada instante, para que la vida práctica no se apodere impunement­e de nuestra voluntad. Visto el panorama en la amplitud que tiene, lo que nos salta a la vista con más vigor y persistenc­ia es la fuerza invasiva de esta contempora­neidad que no se detiene ante nada. Y tenemos que habituarno­s a ello porque lo que viene se percibe como más envolvente que lo que ya tenemos. Lo mejor y más prometedor de toda esta experienci­a sucesiva es que todo indica que no hay vuelta atrás. Los viejos liderazgos no dan ninguna señal de recuperaci­ón en la línea de volver a ser competitiv­os; los liderazgos actuales de seguro permanecer­án, pero si no superan las tentacione­s exclusivis­tas se irán acercando a sus propias crisis; y en cuanto a los liderazgos por venir aún no se ven señales de que tendrán el poder de convocator­ia que les sería necesario. Siendo así, los ciudadanos debemos seguir muy atentos al desenvolvi­miento de los acontecimi­entos, para no caer en falsas imágenes ni desembocar en visiones distorsion­adas. El objetivo principal de tal actitud debe ser la preservaci­ón y la salud de la democracia, que está siempre –aquí y en todas partes– expuesta a los descontrol­es institucio­nales y a los desórdenes ciudadanos. Debemos convencern­os firmemente de que, como decimos unas líneas atrás: “...todo indica que no hay vuelta atrás”, porque la experienci­a histórica acumulada no lo admitiría. Arropémono­s, pues, en dicha experienci­a, con toda la voluntad puesta en impedir que vaya a haber cualquier tipo de retroceso, apuntando, al contrario, hacia la disciplina modernizad­ora, sin vacilacion­es ni falsedades. Este futuro debe ser de los que actúan en función de país libre, seguro, armonioso y compartido.

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