HEMOS ENTRADO YA EN LA SEGUNDA FASE DEL AÑO, Y ESTE ES MOMENTO SIEMPRE OPORTUNO PARA VISUALIZAR EN SERIO LO QUE NOS ESPERA HACIA ADELANTE
La Semana Santa y la Fiesta de Agosto son en nuestro país los límites espontáneos de las tres épocas temporales del año, de algo así como cuatro meses cada una. El Lunes de Pascua da inicio la segunda fase del recorrido anual, y de seguro dentro de poco se darán los primeros pasos de la época lluviosa, la cual se extenderá, si se cumple normalmente el calendario, hasta el final de octubre. Pero como en estos tiempos todo está expuesto a las mutaciones imprevistas, en realidad cualquier cosa puede pasar, y por eso tenemos que estar preparados para todo. En lo tocante a la dinámica política, sin duda el acontecer que gana cada vez más relieve es la próxima contienda electoral, de la cual surgirán las autoridades que regirán nuestro desempeño en los próximos cinco años, a partir de 2024. En lo que corresponde a la jefatura del Gobierno, todo hace ver que el actual Presidente de la República se reelegirá para un período más, que concluiría en 2029. La interpretación del texto constitucional que permitiría dicha reelección es muy discutible, pero ya, desde los ámbitos oficiales, no parece haber vuelta atrás, y por eso la gran interrogante es cómo quedará formado el mapa de la competencia en los tiempos siguientes y quiénes serán los actores en juego. Esto último será sin duda muy revelador de lo que viene, electoralmente hablando de aquí en adelante, porque si surgen sujetos que de veras compitan dentro de nuestro esquema político la democracia podrá mantenerse sana y segura. Este punto es realmente crucial, porque si la competitividad no pasa al terreno de los hechos el poder se va desfigurando irremisiblemente, como puede constatarse en todos los tiempos y lugares. En definitiva, lo más complicado y decisivo ahora para el esquema de progreso real y estable es que se establezca una dinámica política en la que haya un conjunto de fuerzas con efectiva capacidad de competir, para que la salud del sistema nacional se mantenga siempre ventilada y alimentada. Nos hallamos, pues, en una coyuntura vital para el sistema, en la que todo lo que se haga o se deje de hacer tendrá incidencias de muy alto relieve para el presente y sobre todo para el futuro. En verdad, la tarea más determinante está ahora en manos de las fuerzas sociales y políticas, que tienen que redescubrirse y reorganizarse en función de esa competitividad que está en la base de todo. La frustración ciudadana hizo colapsar el esquema tradicional; y a estas alturas lo que se requiere es que la responsabilidad ciudadana tome las riendas para superar todos los atolladeros, en función de que el país en su totalidad se asuma de veras como tal. Los meses venideros deben ocuparse para fortalecer esta tendencia hacia una nueva normalidad, en la que hayan quedado atrás todas las malas prácticas heredadas. Cada día, al despertar, tenemos que hacernos la pregunta de base: ¿Qué nos toca hacer este día para avanzar en la nueva marcha? Cada quien tendrá su propia respuesta, y dicha respuesta es la que hay que asegurarse de que sea la idónea para no extraviar la línea de ruta.